Un joven herido por un mortero: "huid de Mosul aunque sea peligroso"

Aunque un mortero le arrancó media pierna cuando intentaba huir de Mosul, el joven Alí Denún no duda en recomendar a los habitantes que siguen atrapados en el oeste de la ciudad iraquí que huyan del grupo terrorista Estado Islámico (EI) y de los combates. "Creo que ahora no pueden salir, pero si tienen la oportunidad, mi consejo es: huid incluso si es peligroso. Pero no hace falta que les diga nada, todo el mundo quiere escapar", afirma el joven de 19 años a Efe, tumbado en una fina colchoneta en el suelo de la modesta casa donde vive con su familia a las afueras de Erbil, ciudad a 90 kilómetros de Mosul. El mortero le despedazó varios músculos de la pierna derecha, que a punto estuvo de ser amputada, y aunque tras pasar doce veces por el quirófano aún tiene esperanza de volver andar, Alí lamenta que el proyectil le ha arrebatado sus aspiraciones de jugar al fútbol y de convertirse en profesor de educación física. "Lo primero que pensé fue en el fútbol, en mis sueños", recuerda el joven, que asegura que era uno de los mejores estudiantes de su clase y también, a uno de los que mejor se le daba el fútbol. Hace dos años y medio acababa de recibir una propuesta de contrato de un club profesional de la ciudad, pero esa perspectiva se vio truncada cuando los yihadistas conquistaron Mosul en julio de 2014. "Fue terrible. Yo era uno de los mejores en la escuela, nunca suspendí. Era uno de los mejores jugadores de fútbol y ahora debería estar en la facultad. Destruyeron mi vida", comentó. Alí resultó herido el pasado 17 de noviembre cuando trataba de huir hacia las zonas que acababan de ser liberadas de Mosul, después de que los combates llegaron a su barrio, Tahrir, y de que una bomba cayera sobre su casa, destruyendo la puerta principal. Cinco familias, unas 40 personas en total, huyeron juntos dejando a los combatientes del EI a sus espaldas y fueron al encuentro de los militares. Justo después de pasar el retén del Ejército iraquí, el proyectil cayó sobre ellos de repente a los pies de Alí, que fue el peor parado. El joven recuerda de forma nítida que en la primera clínica que le atendieron no había analgésicos ni anestesia y un médico le quiso amputar la pierna. "Dijeron que había químicos en el mortero que hacían que los músculos se murieran. Vi algunos músculos volverse totalmente negros y caerse", aseveró, mientras mostraba fotos de sus heridas en la pantalla del teléfono móvil, en las que se puede ver la tibia y el peroné. Otro médico le ofreció esperanzas de salvar la pierna que, asegura, ahora está mucho mejor, aunque su familia se ha gastado ríos de dinero en médicos privados y todavía tendrá que pasar por quirófano otras cuatro o cinco veces antes de volver a poner el pie en el suelo. Espera que pronto pueda regresar a las clases y recuperar los dos años perdidos bajo el dominio de los terroristas, tiempo en el que las escuelas normales cerraron y el EI abrió las suyas propias, en las que enseñaban a disparar a los alumnos. Aconsejado por su hermano, que es profesor, Alí abandonó el colegio de los terroristas el primer día y, durante estos dos años, se dedicó a trabajar en un barbero por las mañanas y a jugar al fútbol con sus amigos por las tardes. "Soy muy activo. Cuando pueda, quiero terminar la secundaria e ir a la universidad, aunque no sea en el área de deportes. Mis amigos dicen que, aunque no juegue al fútbol, aún puedo ser entrenador", agregó. El caso de Alí ha sido muy frecuente en la ofensiva de Mosul. El EI ha declarado "traidores" a los civiles que no han seguido a los yihadistas y, en represalia, lanza morteros y bombas desde drones contra los barrios residenciales del este de la ciudad, que causan decenas de heridos todos los días. La ONU ha advertido que los cerca de 750.000 civiles que viven en el oeste de Mosul se encuentran en un riesgo extremo, puesto que si se quedan se exponen a los bombardeos y si huyen, a la posibilidad de ser ejecutados por los yihadistas.