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Timanfaya en dromedario

Timanfaya en dromedario

Lourdes Bermejo

Viernes, 17 de julio 2020, 10:47

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El verano es la temporada estrella de visitantes en las Montañas del Fuego, en Lanzarote. Allí, 230 camellos de una decena de profesionales, realizan los paseos por las Morras Blancas, desde donde se avista el impresionante paisaje volcánico. Pedro Mariano Viñoly, el decano, empezó con 12 años.

En cualquier estación de año, los sacrificados camelleros de las Montañas del Fuego hacen su trabajo en esta zona del sur de Lanzarote. «Los 365 días del año», aclara el veterano aunque joven Pedro Mariano Viñoly, miembro de la legendaria saga que junto a los Machines, es la familia que, desde los años 70 se encarga de los paseos turísticos en camello. «Empezó mi padre en el negocio y, como mi hermano mayor se fue a trabajar al turismo y después venían dos niñas, pues me tocó a mí empezar aquí con 12 años», explica Pedro Mariano, que es el más antiguo entre sus compañeros.

Su manada tiene dos machos, ocho hembras (cinco de ellas preñadas) y dos guelfos (hasta tres años) a los que cría como a sus propios hijos. «Los camelleros somos muy brutos, pero es que los animales son los que mantienen a nuestra familia», explica Pedro cuando oye la anécdota del compañero que entró en la habitación del hospital para conocer a su hijo recién nacido gritando que la camella también había parido un guelfo precioso.

Los camelleros de Uga han crecido entre dromedarios (de una joroba), con los que convivían en su propia casa hasta que se construyeron los corrales del El Vallito hace unos años. Por eso, algunos de los animales son como mascotas, como es el caso de la camella Sahara. «Mi Sahara nació en casa, estaba al lado de mi habitación, y ésta me sigue desde que llego a la cuadra, y más si tengo un cigarro porque fuma. ¿Ves? Le pongo el humo y ella lo busca con la boca». Una explicación que ratifica la propia Sahara, de diez años y que se encarga de los clientes «más gruesos», un plus que la hace la favorita de Pedro Mariano. La vida de un dromedario oscila entre los 25 y 30 años, casi todo útiles para un trabajo duro, diario, y para el que se les prepara con una montura especial, que cada vez es de materiales más livianos, aunque los nuevos modelos pesan 17 kilos, ocho menos que los anteriores, de hierro.

Pedro niega que el animal sufra. «Lógicamente, dependiendo de su fuerza y capacidad, les damos personas más pesadas o niños». También hay contrapesos para equilibrar el asiento y unos cojines especiales llamados bastos. Los turistas se entusiasman con la experiencia de ver los volcanes a lomos de un exótico camello, aunque los accidentes con las necesidades físicas de los animales son habituales.

No obstante, nadie quiere perderse el paseo, aunque antes «en los buenos tiempos del turismo alemán», el cliente solía agradecer doblemente el servicio. «Yo de niño me iba a casa con 500 pesetas en propinas, ahora no es lo mismo». Las celebridades se suceden en el echadero, desde mandatarios o futbolistas como Raúl que fue hace dos años, a top models. Sin embargo, la mayor anécdota de los Viñoly ha sido pasear a la mismísima Bibiana Fernández, en aquella época Bibi Andersen. «Mi padre tienen un foto con esa mujer tan alta»

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