Solo ganó la bronca
El tono bronco del cara a cara entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición no parece haber contribuido a movilizar a los indecisos. La mayor parte de los ciudadanos considera que ninguno de los dos ganó el debate.
Por primera vez en la historia de los debates a dos, son más los ciudadanos que han percibido a ambos contendientes como perdedores que los que otorgan la victoria con claridad a uno de ellos. Puestos a señalar a quién más aprovechó la ocasión dado que partía en desventaja, los sondeos apuntan a Pedro Sánchez, pero la mayoría de los electores considera que ambos perdieron y solo ganó la bronca.
El cruce de descalificaciones y la falta de propuestas en positivo para los próximos años impidieron que el debate cumpliera uno de los principales objetivos de PP y PSOE, que era contribuir a movilizar a los votantes indecisos y convencerlos para que el 20D otorguen su confianza a uno de los dos partidos.
Lejos de eso, el cara a cara acabó resultando una escenificación del bipartidismo tradicional, representado por las dos fuerzas que llevan treinta años alternándose en el poder, y que por contraste si a alguien fortalece es a las formaciones emergentes que reclaman su propio espacio en el panorama político estatal. Si desde el PSOE entienden que Sánchez salió más que airoso del debate al haber tenido «el coraje» de tachar a Rajoy de «político indecente» por su pasividad ante los casos de corrupción y consideran que supo poner en evidencia con datos la «mala gestión» del Gobierno popular, en el PP interpretan los ataques del candidato socialista como una muestra de desesperación por sus malas perspectivas y contrastan su «macarrismo político», en palabras de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, con la hoja de servicios y la experiencia de Rajoy.
Por su parte, los líderes de Ciudadanos y de Podemos, Albert Rivera y Pablo Iglesias, excluidos del debate organizado por la Academia de la Televisión, comparten el convencimiento de que la crispación del cara a cara ha contribuido únicamente a acentuar el hartazgo de la ciudadanía hacia la «vieja política» y va a dar alas a las formaciones emergentes que ellos representan para poner fin al bipartidismo, como pronostican todas las encuestas.