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El problema de los ruidos y de las actividades de ocio nocturno parece no tener fin en el Sur. El ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana tiene una sentencia que le obliga a reducir los decibelios y función de la misma ha comenzado a actuar, pero las medidas que está adoptando están cuestionadas por los empresarios del sector, «porque se piden papeles que nadie tiene», afirma el propietario del pub Shooters, Michel González, quien no entiende los motivos por los cuales siempre se precintan locales de Plaza Maspalomas «cuando hay muchos que están en las mismas condiciones».
Si bajar los decibelios es complicado, más aún es que todos tengan licencia para la actividad que desarrollan. Muchos operan como pubs, que se enmarcan en el grupo 3 de actividades clasificadas, pero realmente son bares sin música.
González recuerda que en su momento el ayuntamiento propuso un cerramiento de cristal para que no saliera la música al exterior. «Lo hicimos cuatro, y como luego nos encontramos que quienes no lo hicieron tenían ventajas, entonces se optó por abrir las puertas porque sino parecía que no teníamos música», afirma.
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