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Entraron a rostro descubierto, con gorra y en una actitud serena en la joyería Gladys, situada en la calle María Encarnación Navarro, en la zona comercial abierta de San Gregorio, poco antes de la una de la tarde de ayer. Solicitaron ver unas joyas con la pretensión, o al menos eso hicieron ver, a Antonio Santana, dueño de la joyería.
Al enseñarles el expositor tipo bandeja, con los cordones de oro, valorados en 12.000 euros, los dos jóvenes, de unos 20 años, le arrancaron la bandeja de las manos a la dependienta y salieron corriendo por la calle peatonal. Tras ellos salieron sin perder ni un minuto los dueños de la relojería-joyería.
Texto íntegro en la edición impresa de este viernes.
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