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Repsol sondea asumir Disa

Repsol explora la compra de Disa desde hace un año. Baraja incluso que la adquisición la materialice Gas Natural. La decisión está sujeta a los planes de los nuevos dueños de Cepsa (el fondo árabe Ipic) con la refinería de Tenerife (que ha bajado su actividad) y, sobre todo, a la batalla interna de la constructora Sacyr.

Jueves, 1 de enero 1970

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El mapa energético canario va camino de experimentar una modificación sustancial en sus principales operadores. El cambio de planes en los nuevos dueños de Cepsa (el fondo árabe Ipic) y la batalla interna que se dirime en la constructora Sacyr, acelerarían las negociaciones para que Repsol y Disa culminen una operación que llevan fraguando desde hace un año. El Gobierno canario que preside Paulino Rivero prefiere no darse por enterado de forma oficial, pero fuentes gubernamentales anticiparon a este periódico que cualquier acción pasa por «proteger el mercado isleño en suministro y prestación de servicios». Repsol, Cepsa y Sacyr cotizan en Bolsa y sus inversiones son seguidas con lupa por los mercados, de ahí que la adquisición de activos, como el caso de Disa, se amasa con sigilo. Las cuatro empresas llevan varios meses removiendo a sus principales ejecutivos con el fin de tomar posiciones «ante lo que pueda pasar», según fuentes empresariales, que dan por hecho cambios «de calado» en el sector energético de las Islas después de las elecciones del 20 de noviembre. El ojo de Sacyr. El principal foco de interés para entender la madeja que se ovilla en el Archipiélago, está en el seno de la constructora Sacyr, propietaria del 20% de las acciones de Repsol. Sacyr es gestora en las dos principales sociedades de abasto de agua en Las Palmas (Emalsa) y Santa Cruz de Tenerife (Emmasa), pero su notoriedad comienza cuando el presidente, Luis del Rivero, se enfrenta al dueño de Disa, Demetrio Carceller, quien de la noche a la mañana se convierte en el accionista individual de más peso en Sacyr, tras inyectar 360 millones de euros y tomar el 13% de las acciones, que crecen hasta el 26% tras un acuerdo con el empresario isleño Juan Miguel Sanjuán (Satocan) y el inversor Juan Abelló (Torreal). La batalla entre Del Rivero y Carceller comenzó en primavera con Repsol en el fondo del escenario, y se recrudeció el pasado viernes, donde un sector del consejo (comandado por las cajas, sobre todo, Novacaixagalicia, de la que el Estado ha tomado el 93%), exigió a Del Rivero firmar la paz con Antonio Brufau (presidente de Repsol) para evitar un mayor deterioro de la sociedad. La posición de Del Rivero se debilitó desde el momento que José Luis Rodríguez Zapatero anunció su salida de la política. La pérdida de blindaje institucional que le confería Zapatero (con el que mantiene una amistad cercana), aumentó el número de críticos. Carceller se lanzó a formar un frente común para tomar Sacyr y cohesionar el poder con Repsol. Pero Del Rivero, que fue el fundador de la constructora, sorprendió el pasado mes a propios y extraños anunciando una alianza con la mejicana Pemex. Esta semana, Brufau vetó el pacto de ambos y despertó al gigante de la petrolera española, La Caixa, el accionista de referencia que se mantenía en una posición discreta. A su regidor, Isidro Fainé, tampoco le gustan los planes de Rivero, quien tendrá que vérselas de nuevo en otro consejo de la constructora. El gran escollo de Del Rivero es que a final de año se le vence el pago de los 5.000 millones que pagó por el 20% de Repsol. A priori, el banco agente, Santander, estaría dispuesto a renovar el crédito; otros, como City, se lo piensan, pero el sector financiero lo puede perdonar todo excepto que se enrede en la batalla a «una entidad del prestigio y seriedad de La Caixa», según las mismas fuentes. Por tanto, la alianza con Pemex podría restarle enteros a Del Rivero y en ese espacio le esperan Carceller, Abelló y Brufau. La división de Sacyr coincide en el tiempo con los planes de los nuevos dueños de Cepsa, el fondo árabe Ipic, que este año pagó 4.000 millones por el 57% de las acciones de la petrolera a la francesa Total. Ipic está a punto de cambiar su equipo directivo en Cepsa y ya ha pedido explicaciones sobre la actividad de sus infraestructuras, como la refinería de Tenerife, cuya rentabilidad está aminorada en un 14%, con 3,8 millones de tonelada de refino anuales. La refinería. Los demás operadores, como Repsol y Disa, están muy pendientes de los movimientos de su rival, sobre todo, porque el Plan General de Santa Cruz exige el desmantelamiento de la planta en 2015. Repsol ha estudiado la operación, incluso, ya hubo insinuaciones sobre la conveniencia de adquirir Disa durante el mandato de Alfonso Cortina, cuando se valoró las prospecciones en Lanzarote. Pero el sondeo para comprar la sociedad líder en el mercado isleño (factura unos 400 millones al año) llegó de la mano de Brufau, amigo personal de Carceller. Los planes están sujetos ahora mismo al anuncio de Cepsa sobre la refinería y al resultado final de la batalla en Sacyr. Repsol está dispuesto incluso que fuese Gas Natural quien compre Disa. Se da la circunstancia de Gas Natural está controlada por Repsol y en el consejo de administración de la gasística se sientan, entre otros, el propio Carceller. La operación de compra ascendía a unos 1.100 millones al incluir las 533 estaciones de servicio que posee Disa en España, por las que pagó a Shell en 2004 unos 800 millones y que supuso el fin de la distribución de los productos de Cepsa en la red de Disa. También fue la salida del consejo de Cepsa de (cómo no) Demetrio Carceller.

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