Primer gran error de Antona
Se estrena el nuevo Partido Popular con un papelón de cuidado, de esos que, salvo rectificación sobre la marcha, habría marcado de por vida al actor de turno y lo habría condenado a vagar como alma sin pena en papeles secundarios en películas de serie B que casi nunca llegarían a las salas comerciales. Por suerte, llegó la rectificación, pero fue tan flagrante la metedura de pata inicial que ya hay serias dudas sobre el efecto regenerador de la marcha atrás. En especial, porque el propósito de enmienda no es atribuible al PP canario, sino al nacional, que se acordó a tiempo de que en las Islas hay vida política más allá de CC. Me explico: el PP canario estampó su firma inicialmente con Coalición Canaria y la Agrupación Socialista Gomera en una propuesta de resolución que ponía freno a la capacidad de las Cortes para revisar el modelo electoral canario aprovechando la actualización del Estatuto de Autonomía. Fue una exigencia de CC y de Casimiro Curbelo, que saben que les va la vida en un sistema electoral manifiestamente injusto. Y el PP del recién estrenado Asier Antona se prestó al favor sin rechistar. Sobre esto, un recordatorio: ya lo avisó Fernando Clavijo desde la tribuna el martes, cuando, mirando a los ojos a Antona, le espetó aquello de que el voto de Ana Oramas a favor de los presupuestos no le iba a salir «gratis». A algunos les pareció una amenaza inaceptable, a otros un chantaje y a los más indulgentes, un exceso. Cada cual que lo defina como quiera, pero de esos polvos vienen los lodos de ver al PP haciendo lo contrario de lo que han defendido sus diputados grancanarios para sacar a flote a CC y a Curbelo. Como le dijo Patricia Hernández a Antona en el debate, le está tocando salvar a un náufrago en el océano del cambio, y ya se sabe que quien elige la siempre respetable profesión de salvavidas, difícilmente podrá llevar el timón. Nadar y guardar la ropa de un tercero son cosas materialmente imposibles de hacer al mismo tiempo, y en esa contradicción se vio pillado el PP de Antona. Hubo rectificación, pero insisto en el hecho de que la hubo no por convicción, sino por necesidad. Porque están en juego el voto 175 y también el 176, sin que necesariamente el nombre del primero sea Ana y el del segundo Pedro. Pero también porque está en juego la credibilidad ante la sociedad canaria de ese PP que dice que se ha renovado. Y lo grave del caso es que la sensibilidad para corregir tamaño error inicial partiese de alguien de Génova, llámese Maillo o quien sea, y no de ese PP canario que este jueves quedó desautorizado. Les queda el consuelo de que mejor deshacer un error a tiempo y asumir la vergüenza que cargar para siempre con la responsabilidad de eternizar un modelo electoral injusto. Lo preocupante es la ceguera ante tamaña metedura la pata. O la falta de valentía. Y no sé qué es peor. PD: por si fuera poco, el PP fue el único que se abstuvo a la hora de reprobar las palabras de Brufau. Aplicando aquel principio de que si A es amigo de B, y B es amigo de C, entonces A es amigo de C, habrá que concluir que el PP de Antona da por bueno que Canarias es «tercermundista».