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Si se hiciese un sondeo en la calle y se preguntase por las peleas de gallos, la mayoría de los encuestados las daría por desaparecidas o por prohibidas. Nada más lejos de la realidad. Antes al contrario, las riñas están pasando ahora por un buen momento. Las gradas de las galleras cuentan cada vez con más gente joven y las asociaciones acaban de sellar, en abril pasado, la constitución de una federación insular. Si aún quedan escépticos, podrán pasarse hoy o mañana por el polideportivo López Socas, en la capital, donde se celebrará el campeonato regional de peleas de gallos con motivo del Día de Canarias.
José Luis Martín, presidente de la gestora que ha fundado ese nuevo organismo, está harto de ese estigma injusto que persigue a los galleros y aclara que la ley de protección a los animales que se aprobó en 1991 no prohíbe las peleas, sólo impide que se celebren allí donde no había tradición y que sean promovidas por las instituciones públicas. «Tampoco incentivamos a los animales para que peleen, lo llevan en la sangre, los machos de la especie son así de territoriales, cuando son todavía pollos tenemos que separarlos».
Es cierto que las riñas en Gran Canaria no cuentan con el esplendor de antaño, cuando, según las crónicas, la Isla despuntaba a nivel regional, pero hoy en día la tradición sigue viva de la mano de los partidos de Arucas-Cardones y de Telde-Las Palmas. Durante la temporada de peleas, de diciembre a mayo, ambas galleras se enfrentan cada domingo en el López Socas. Además, en Gáldar se organizan riñas contra un partido de Tenerife, y ahora un grupo de aficionados, con Ernesto Martín a la cabeza, ha resucitado la antigua asociación de Los Llanos, en Telde, con la idea de reinstaurar las riñas que dejaron de celebrarse en el polideportivo Paco Artiles allá por finales de los 80.
Para Kiko Pérez, que está al frente de una gallera como la de Arucas, con 250 años de historia, todo parte «del desconocimiento de los ciudadanos». Se queja de que la gente sólo se queda con la sangre que se pueda derramar en la riña porque normalmente no conoce los mimos que se le dedican a estos animales, tanto en el criadero, como luego en la casa de gallos, donde son entrenados para participar en los seis meses de la temporada de peleas.
Cada gallero puede tener de 100 a 200 ejemplares, y durante la liga regular se llegan a enfrentar más de 400 gallos.
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