Borrar
Orgasmo en el Gran Canaria

Orgasmo en el Gran Canaria

Jueves, 1 de enero 1970

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Aquí está la UD, liberada de ataduras y que ya regala a su gente noches de magia y felicidad en Primera División, ni más ni menos que como en los viejos tiempos. La primera victoria del curso aconteció con todos los honores. Fútbol, goles y orgullo en un partido tremendo de principio a fin.

Ha tardado cinco jornadas en presentarse, pero el triunfo llega repleto de bendiciones. Y es oportuno a más no poder. Hoy la UD amanece con la armadura reluciente, sintiéndose capaz de todo y los índices de estima bien arriba. Es lo que tiene ganar, un auténtico tesoro en este escenario. Encima, ante un Sevilla de Champions. No conviene confundirse. Por muy deprimido que anden por Nervión, Emery adiestra una tropa fabulosa, plagada de internacionales y elegidos. Poco intimidó a la UD el colmillo del Sevilla. Su exhibición integral le adueñó del partido. Siempre dos cuerpos por encima del visitante, siempre en mejor disposición de explotar su plan. Le salió todo a encaje gracias a la generosidad con la que se desempeñó. Sin marcarse un encuentro de museo, porque el césped tampoco habilita repertorios demasiado artísticos, hay que valorar en su justa medida lo conseguido, que deja al personal con un subidón terrible. Y con el Nou Camp en el horizonte, es oro en terciopelo este resultado, fundamental para rebajar presiones, urgencias y otros accidentes.

Más allá de Wakaso, única novedad en el once, en la UD se apreció una inyección colosal de determinación. Por mucho cartel que tuviera el Sevilla, el equipo salió decidido a meterle mano al asunto. Eléctrico y sin complejos. Así funcionaron los muchachos en el arranque para sorpresa del adversario, absolutamente inundado, siempre incomódo. Antes del minuto ya había probado suerte Araujo. Era más que un aviso, nada casual. El trajín se acumulaba para la zaga hispalense, iluminado Viera en los tres cuartos para filtrar pases y diabluras. Entendieron los futbolistas, con acierto, que la mejor manera de emplearse pasaba por combinar pierna y descaro, nada de precauciones. Llegada hubo de todos los colores al rectángulo de Rico. Cuestión de paciencia.

Con el encuentro inclinado al panorama que convenía a la UD, las únicas noticias que dejó el Sevilla fueron un par de contras. Peligrosísimas y finalizadas, faltas de puntería, por Immobile y Coke. Eso sí, anecdóticas en la balanza general de méritos, que termino premiando el sudor y empeño de Las Palmas. A la media hora explotó el Gran Canaria con un zurdazo inapelable de Roque. Araujo la puso al corazón del área y Roque, control mediante, la acomodó para la izquierda y largó un latigazo raso y ajustado. Del todo imposible para el meta. Justicia poética, al fin, para una UD merecedora de estar por encima en sensaciones y números. Mandar en el marcador, circunstancia inédita esta temporada, permitió descubrir una versión homogénea y gremial del equipo, solidario en esfuerzos, intachable en actitud. Dio la impresión que el 1-0 quedó corto a lo ofrecido, aunque siempre sobrevoló la impresión de que sí, de que había llegado el día.

Al descanso todo estaba en orden y no cambió la decoración tras el paréntesis. Porque la UD cedió metros, que no competencia, y aguardó su turno para reventar al Sevilla. Un David Simón atómico, al rato de la reanudación, se marcó una carrera mayúscula, echándole lo que hay que echarle para dejar atrás piernas ajenas, y plantar a Viera ante Rico. El portero, providencial, metió el muslo ante la punterita de Jonathan. De milagro no entró. Pero no era más que un anticipo. Por la misma banda, la derecha, se parió el segundo, el definitivo. Nuevamente Araujo, encumbrado como asistente, probó suerte como falso extremo y sirvió una rosca milimétrica para que Alcaraz, que entraba como un avión, metiera cabeza, corazón y alma en su testarazo. El paraguayo se está destapando como un fichaje de catálogo. Juega, activa, manda y, ahora, suma el acierto en área contraria. En la propia había dejado ya cortes sublimes, mostrando galones ante Gameiro o Llorente, futbolistas de los que huelgan presentaciones. En el minuto 70, redondeó la faena tirando para arriba y remachando imparable para el 2-0.

Todo lo que vino después fue para regocijo de la gente, a la que poco intimidó un Vitolo tan aplaudido como estéril. Ver ganar a la UD en Primera justificaba gargantas y suspiros. El Sevilla enseñó bandera blanca y Las Palmas aspiró la felicidad inmensa que dejan partidos de este corte. En necesidad de puntos y con un contrincante lleno de espinas, la respuesta rozó la excelencia. Si antes todo era una cuestión de creencia, ahora se añaden a la nómina de motivos los hechos. Esta UD es de Primera. Incluso con alardes como el de anoche. La persiana echada con veinte minutos de saldo y guardando energías. Quien sabe si para lo que viene pasado mañana.

Ficha técnica:

2. Las Palmas: Javi Varas; David Simón, Alcaraz, Aythami, Bigas, Dani Castellano; Roque (El Zhar, min. 74), Hernán, Wakaso, Jonathan Viera (Culio, min. 78); y Araujo (Vicente Gómez, min. 82).

0. Sevilla: Sergio Rico; Coke, Andreolli, Kolodziejczak, Trémoulinas; Krychowiak, Cristóforo (Reyes, min. 59); Iborra, Krohn-Dehli; Immobile (Gameiro, min. 54) y Fernando Llorente (Vitolo, min. 66).

Goles: 1-0, min. 30: Roque. 2-0, min. 76: Alcaraz.

Árbitro: Carlos Del Cerro Grande (Comité Madrileño). Mostró tarjeta amarilla a los jugadores locales Wakaso (min. 9), Aythami (min. 44) y Bigas (min. 57), y a los visitantes Fernando Llorente (min. 19), Iborra (min. 51), Krohn-Dehli (min. 67) y Reyes (min. 90+3).

Incidencias: partido de la quinta jornada de la Liga BBVA disputado en el Estadio de Gran Canaria ante 19.733 espectadores. Césped en malas condiciones. Los jugadores locales saltaron al campo con camisetas en las que se leía un mensaje de ánimo a sus compañeros Javi Castellano y Ángel López, lesionados de gravedad.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios