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Enrique Escande (EFE)
Miércoles, 21 de junio 2006, 20:43
Varios lograron que bajaran los precios a 500 ó 600 euros, pero otros pagaron sin chistar al enterarse de que en algunos sitios de internet se vendían a 2.000, 3.000 y 4.000 euros.
Alejandro, un joven bonaerense que tiene fechado el boleto de vuelta a su país para el próximo domingo, comentó que había conseguido la entrada para el partido de hoy a 700 euros y que estaba negociando la compra de otro a 1.200 para el partido de octavos de final que jugará Argentina el sábado.
"Tendría que hacer ayuno hasta volver a casa si consigo la segunda entrada, además de devolver dinero a mi padre en cuotas. Pero vale la pena", dijo tras señalar que su salario en Argentina equivale a 300 euros y que estuvo dos años ahorrando dinero para llegar a Alemania.
Una muchacha cordobesa de nombre Lucila comentó que la noche del martes aparecieron los revendedores de entradas en uno de los puentes sobre el río Main y que "eso se convirtió en un verdadero mercado".
"He visto cómo un argentino pagaba 2.000 euros por dos boletos para el Holanda-Argentina y a los cinco minutos vendió, a dos metros de distancia de ese lugar, un boleto por esa suma a un japonés al que le habían querido cobrar un disparate", comentó.
Agregó que "para el próximo Mundial, el negocio será comprar paquetes de los partidos de Japón, porque los hinchas de ese país no andan con vueltas a la hora de comprar a los revendedores".
Las gestiones para las compras se multiplicaron en las últimas horas y se pudo ver en el centro de la ciudad a un aficionado que vendía su entrada de octavos a 800 euros y que, con el producto de la colocación de otra para el partido de hoy -último de la primera fase- negociaba la compra de un boleto para el encuentro de cuartos que se disputará en Leipzig.
"Si antes de un Mundial uno tiene tres boletos de primera fase de cualquier equipo que se clasifique para octavos, y los vende a tiempo, se queda como un señor para ver las rondas decisivas, comiendo todos los días y durmiendo cómodamente", apuntó.
En Argentina se paga un café, una bebida gaseosa o un paquete de cigarrillos cuatro veces menos que en Europa, lo cual significa que para vivir en Alemania una semana o un mes y pagar diez o quince veces más por un boleto de lo que costaba originalmente hay que tener una buena posición económica, o ahorros, o una creatividad y decisión inconmensurables.
No fueron pocos los hinchas argentinos que, con las cuentas en rojo, dejaron de buscar boletos y caminaban durante la tarde hacia el río Main, donde una empresa había instalado una pantalla gigante en la que podrían ver el partido desde una tribuna montada en la costa.
Otros iban al estadio con banderas y camisetas argentinas sin pensar todavía de qué manera se las arreglarán hasta volver a casa después de haber pagado fortunas por una entrada.
"Es que la selección argentina es un sentimiento ¿viste?", dicen a quien quiera escucharlos.
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