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El habitual bullicio y el olor a sama, cherne o mero se esfumaron este jueves del muelle pesquero de La Luz, para dejar paso al silencio, la frustración y la incertidumbre. Los marineros de las tres embarcaciones que se preparaban para zarpar rumbo al caladero saharaui, recogían las artes de pesca «sin ninguna esperanza» de volverlas a utilizar. Otros tres pesqueros con base en el puerto grancanario se veían obligados a abandonar a toda prisa las aguas administradas por Marruecos para regresar a la Isla la madrugada del pasado miércoles.
Los siete tripulantes del barco Nuevo Francisco Javier ya habían zarpado ese día del muelle de Arinaga, tras aprovisionarse de 15 toneladas de hielo, y cuando en alta mar se planteaban si regresar o no al abrigo del puerto por el mal tiempo, la llamada del armador, les sacó de dudas: tenían que volver inmediatamente. Al dique seco. «Esto es la ruina, porque no hay alternativas a la pesca en el caladero canario saharaui», explicaba Julio Calixto Santana, el patrón del Nuevo Francisco Javier, amarrado ya en el puerto. Él está a punto de retirarse, porque en marzo cumple 60 años, 42 de ellos «saliendo a la mar», pero lo siente por «los chicos que llevan toda la vida faenando y que se quedan ahora sin trabajo y sin expectativas».
Texto íntegro en la edición impresa de este viernes.
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