«No hay reglas, cada cual tiene su estilo»

IBÓN S. ROSALES

Imagina coger una ola y caminar sobre las aguas, deslizarte hasta la punta de la tabla y sentir como el peso del cuerpo hace de palanca mientras el mar te sujeta. Eso es longboard o surfing de tabla larga o tablón. Son tablas de más de 9 pies, unos 2,70 metros o más. Miguel Ortega Díaz tiene 60 años y practica esta disciplina desde hace más de 20, actualmente regenta la tienda Orca Surf Shop, en la plazoleta de Farray. «Debido a las dimensiones de la tabla, posibilita un movimiento mucho más relajado que hace que puedas ver la tabla, la ola, te permite caminar y una serie de movimientos que la tabla corta no permite.», explica su hijo, también Miguel Ortega, que admite que las sensaciones son totalmente diferentes en comparación al surfing convencional. Ortega padre comienza a relatar: «Cuando empezó la movida del surfing en las Islas, las únicas tablas a las que teníamos acceso eran las largas». En un contexto de finales de los años 60 y principio de los 70, «las únicas tablas que utilizábamos eran tablas de más de 9 pies, después hubo una evolución y empezaron a salir modelos nuevos, reduciendo el tamaño hasta la fecha», explica. Esta modalidad fue pionera hasta que surgió la moda del surf convencional y se impuso. Ahora el longboard ha pasado a ser una modalidad más. «A mi me gusta hacerlo todo, el hang five, por ejemplo, pero otra cosa es que se pueda hacer», admite Miguel padre, que se compara con su hijo. «El hang ten, o el hang five es caminar encima de la tabla levantando las piernas hasta llegar a la punta. Y en la punta intentar sacar 5 o 10 dedos fuera de la tabla. Él si consigue el hang ten yo no», dice refiriéndose a su hijo. Un handicap es la incomodidad que pueda suponer a algunas personas las dimensiones del equipo deportivo, «manipular la tabla es complicado porque al ser tan grande y pesada, al guardarla o viajar se vuelve complicado», razona.