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Canarias7
Jueves, 1 de enero 1970
La concesión del Nobel de Literatura al chino Mo Yan movilizó a la plantilla de Troquel, en Arucas. «Tenemos muy poquitos ejemplares» en plaza, explicó Mario Hernández, de la distribuidora de la editorial Kailas en Canarias, que reconocía en las librerías isleñas apenas tenían obras de Mo Yan.
Las baladas del ajo en la Librería Nogal, ninguna de sus obras en Archipiélago, «aunque hemos tenido», respondió su responsable... El último premio Nobel de Literatura, el escritor chino Mo Yan, no estará presente en las estanterías canarias hasta la semana que viene, cuando Trokel Libros pueda distribuir los pocos ejemplares que recuperó del olvido en las estanterías de la nave que ocupa en Arucas.
La distribuidora de la editorial Kailas, que ha editado seis títulos del autor en España, recibió ayer desde las islas un tropel de peticiones tan pronto como se supo el nombre del ganador. Ahora, explicaba el director comercial, Mario Hernández, habrá que esperar a que llegue desde la Península «la cuota» que la editora ha adjudicado al Archipiélago. Hernández pudo reunir unos 60 ejemplares de distintos títulos, «muy poquitos» para distribuir por todas las Islas. «Del que más del último, Rana», y añadió: «es un autor que ha vendido bien. Es un escritor de culto», pero no llega al «gran público», al menos, hasta ahora.
Mo Yan ha hecho historia al ser el primer chino que ha recibido el Nobel sin estar en la cárcel o en el exilio. Los dos anteriores premiados, el escritor Gao Xingjian y el disidente Liu Xiaobo, tenían estudios universitarios. Sin embargo, Mo no gozó de tantas oportunidades y con solo 12 años tuvo que dejar la escuela para trabajar con su familia. Mo Yan, cuyo verdadero nombre es Guan Moyé, eligió este apodo, que significa no hables, para recordar su dura infancia. «En aquellos años no podía dirigir la palabra a nadie. Eran tiempos turbulentos de la Revolución Cultural, en los que había conflictos todos los días. Mi padre era agricultor, pero mi familia tenía una posición desahogada, y tenía miedo de que dijera algo incoveniente y trajera la desgracia a los míos. Así que me dijo que no hablara y que aparentara ser mudo», decía en 2008, en una entrevista concedida a El País.
Y así, mudo, pasó unos años terribles. En los 60 dejó sus estudios para dedicarse al pastoreo. A los 18 años, la mitad de sus días los pasaba en la fábrica y el resto, en el campo. «Mis recuerdos están repletos de soledad y hambre», decía el autor. Para salir de ese infierno ingresó en el Ejército. De hecho, su familia falseó su año de nacimiento burlando así el límite de edad impuesto
Mo publicó su primer libro en 1981, Lluvia en una noche. La vida militar y literaria eran incompatibles, así que en 1984 entró en la Escuela de Arte y Literatura del Ejército.
Su obra Grandes pechos anchas caderas fue censurada por señalar los errores del comunismo y hablar del cuerpo femenino. Sin embargo, su literatura destila el amor por su país y, en especial, por su provincia natal, Shandong. Por ello, pese a su crítica, es considerado en su país como uno de los más eminentes escritores actuales.
Ayer, el chino se hizo el duro. «Ganar no representa nada», comentó a la televisión estatal el escritor, que pensaba celebrar el premio con su familia cocinando los tradicionales jiaozi, raviolis.
El galardón fue más celebrado entre los disidentes chinos, que alabaron su capacidad de abordar temas delicados y esperan que el premio sirva para recordar a otro escritor chino encarcelado, el Nobel Liu Xiaobo.
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