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Más de una víctima

Viernes, 2 de octubre 2015, 11:17

Laura falleció en julio de 2010 en el Hospital Insular de Gran Canaria, pero hasta el día 1 de octubre de cinco años después, su familia no ha podido descansar tranquila sabiendo que el asesino de su hija ha sido condenado en firme por el Tribunal Supremo. Han sido cinco años en los que estos padres, Antonio y Rosa María, han tenido que aguantar de todo y en especial por la gran dimensión mediática que tuvo el denominado caso Talio.

La defensa del condenado, Iván Ramírez fue muy agresiva e incluso se pudo ver en muchos programas de televisión a sus familiares defendiendo la inocencia del enfermero y usando como argumento exculpatorio el que la fallecida, mejor dicho, cruelmente asesinada, padecía una enfermedad que la llevó a la muerte. Pero mientras se libraba esta batalla extrajudicial que tuvo su prolongación en el juzgado, estos dos padres han aguantado con dolor el hecho de que jamás podrán disfrutar de una hija que se marchó de su Andalucía natal a las Islas Canarias en busca de una vida próspera y feliz. Un archipiélago donde encontró el amor y experimentó lo más bonito que hay en esta vida como es ser madre, pero... Sí, esta felicidad tuvo fecha de caducidad porque su compañero sentimental quiso acabar con su vida.

Este 1 de octubre, tras conocerse que el Tribunal Supremo desoyó la petición del empecinado y muchas veces arrogante letrado defensor de Iván Ramírez, los padres de Laura seguro que no han disfrutado de una sensación placentera porque su hija sigue sin estar a su lado, pero al menos pueden descansar sabiendo que la Justicia ha hecho su trabajo condenando al asesino de la pequeña de la casa.

Ahora quedan más víctimas además de Laura. Antonio y Rosa María seguirán hasta el último día de sus vidas maldiciendo el momento en el que ella, la pequeña de la casa, decidió coger un avión para Canarias. Pero también está en juego el futuro y bienestar de un pequeño, el hijo de esa relación, que aún cuenta con siete años pero algún día conocerá la verdad. Ellos, sus abuelos, piden a gritos que no vuelva a saber nada de la familia del asesino de su madre, pero también es cierto que los abuelos paternos tienen derecho a verlo. Es una disyuntiva bastante complicada y espero y deseo que las autoridades que velan por la integridad y derechos de los menores, actúen en consecuencia.

Acabó el caso Talio, pero ha dejado muchas vidas destrozadas.

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