La Supercopa brinda la oportunidad de inaugurar las vitrinas con dos partidos. Exigentes, sí, pero de ninguna manera inalcanzables. Lógico que los jugadores sueñen con algo grande. Porque si para Madrid, Unicaja o Barcelona este trofeo reúne una importancia singular, levantarlo llevaría al Granca a la excelencia. Y, llegados a este punto, figurando en la terna privilegiada de aspirantes, no hay paso atrás. El Barça para empezar. Luego, rienda suelta a los sueños si hay vida más allá de las semifinales.
En el Herbalife quieren vivir esta oportunidad con entusiasmo y sin sobrecargas. Por ahí puede estar el pasaporte al é xito. «Humildad y ambición», pregonó García Reneses días atrás cuando le preguntaron su receta para mantener el cartel. Su mensaje insistía en un factor, la paciencia, que ya dio excelentes réditos el curso pasado. No quiere saltarse los tiempos un entrenador que domina como pocos el oficio. Pero si en el intervalo le puede meter mano a un Barça en construcción, más accesible ahora que en unos meses, tanto mejor. No hay vértigo en el Granca, decidido a salir a la cancha a exprimir sus poderes y hacerle el partido largo e incómodo a Tomic y compañía. Atrás queda una pretemporada con picos y valles, en la que se ha intercalado la llegada de las piezas para añadir más complejidad a la compactación. También alguna lesión especialmente dolorosa. Galdikas no es cualquier cosa en este equipo y, al final, no llegará a tiempo.
Sin embargo, las excusas no se toleran en un vestuario orgulloso y al que inflaman los retos. A los Báez o Newley como exponentes más destacados del núcleo duro se une ahora Savané, todo un ideólogo en la materia. Y gente con hambre. Pangos, Omic, Rabaseda, el mencionado Galdikas y Pablo Aguilar ya se han contagiado del carácter que siempre guía al Granca y le permite estar en las alturas, en un claro desafío a presupuestos y pronósticos.
Casi nadie apuesta por el amarillo. El Barça es mucho Barça en cualquier circunstancia. Conviene no descuidar las formas, aunque a cuarenta minutos y a intensidad alta, la que pretende Aíto, todo puede pasar. Y en ese todo estará la cuestión.