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Los revolucionarios de Malpartida

Los revolucionarios de Malpartida

Lunes, 20 de julio 2020, 08:24

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«Malpartida de Cáceres es una anomalía cultural impresionante», dice María Pérez que ha estrenado en el Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria Malpartida Fluxus Village, un documental sobre un singular centro de creación enclavado en este pueblo que pretendía borrar las fronteras entre la vida y el arte.

Malpartida de Cáceres está a 11 kilómetros de la capital extremeña. Ni sus calles tranquilas y ni sus humildes casas con tejados a dos aguas presagian que a poca distancia esconde una meca del arte contemporáneo: el lavadero de lanas del siglo XVIII donde nació un potente foco de creación artística a mediados de los años 70 gracias al esfuerzo de Wolf Vostell (1932, Leverkusen, 1998, Berlín).

Aquel edificio ruinoso se convirtió, con el empeño del artista y la complicidad de los vecinos del pueblo, en un extraordinario museo y centro de producción de arte contemporáneo que atrajo a los más atrevidos y provocadores creadores, los pioneros de la performance, la instalación y el videoarte, invitados por el colectivo de artistas Fluxus, unos revolucionarios que pretendían borrar las fronteras entre la vida y el arte.

«Es un pueblo muy bonito. Allí van pescadores de río, escaladores, turistas y también artistas. Es una anomalía cultural. Los malpartideños nacen con el gen del performer. Pasaron de la edad media a Fluxus, y no tienen otra cosa que no sea vanguardia. La presencia de Wolf Vostell y el museo ha dado muchos frutos», comenta la realizadora María Pérez (Plasencia, 1984) que se percató de que aquel pequeño centro de arte moderno era extraordinario cuando vivió fuera de Extremadura y comprobó que, lo que ella había visto con toda naturalidad en aquel pueblo desde niña, era una auténtica rareza. «Al salir fuera, puede poner en valor lo que vi en el pueblo y me acerqué de otra manera», subraya.

Hasta ahora, según Pérez, solo dos películas alemanas, realizadas con la estructura reportaje, habían retratado desde el punto de vista artístico y etnográfico el efecto de la implantación de la vanguardia en el Monumento Natural de Los Barruecos, un paraje salpicado de grandes moles de granito y de charcas nutridas por el río Salor.

Y, curiosamente, relata la realizadora, aquel pueblo rural y muy primitivo supo encajar en los años 70 la modernidad de la propuesta de aquel alemán extravagante. «Cuando empecé a investigar, me llamó la atención saber que los vecinos se pusieron a disposición de los artistas, y en todos los sentidos, como carpinteros, albañiles, peones, artesanos... Pero también a nivel corporal, les prestaron sus cuerpos para sus performances. El documental tiene mucho material de archivo donde se aprecia la participación del pueblo. Todos los vecinos estaban allí cuando Vostell hormigonó el Cádillac en medio del campo. No lo entendían, pero acudían en masa. Quizá la cosa ha cambiado. Los artistas no provocan tanto, pero en aquel momento se vivieron momentos muy fuertes», explica.

Sin embargo, Vostell no encontró el rechazo propio de aquellos tiempos oscuros y de la España rural regida por los preceptos de la Iglesia y el caudillo. «Siempre hay detractores, pero, en este caso, no hubo actos de protesta ni vandálicos. No hubo nada en este sentido. El alcalde añade la cineasta se enamoró del proyecto, le dejó el lavadero y le ayudó a sacar su idea adelante».

El nacimiento del actual Museo Vostell, el impacto que causó en el pueblo y el reencuentro de los artistas que formaron parte del colectivo Fluxus Philip Corner, Ben Patterson y Willem de Ridder son los ejes de este documental. «Dos de ellos son norteamericanos y otro holandés», comenta la realizadora que organizó el encuentro como homenaje a Vostell, coincidiendo con su 80 aniversario.

«La película está centrada en el museo, no es un biopic», asegura Pérez, quien, para transmitir la potencia del proyecto, durante el largometraje se aprecia la presencia implícita de otros relevantes artistas ligados al museo y a su colección como Nam June Paik, Salvador Dalí, el grupo ZAJ, Charlotte Moorman, Dick Higgins, Daniel Spoerri o Yoko Ono, entre otros.

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