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Los guardias detenidos controlaban la isla

Los guardias detenidos controlaban la isla

M.M./A.F.G.

Jueves, 1 de enero 1970

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Los cinco guardias civiles detenidos el jueves en Fuerteventura controlaban la práctica totalidad del negocio de la droga en la Isla, tenían a su servicio a numerosos traficantes, extorsionaban con pruebas y denuncias falsas y se repartían los turnos de controles en el puerto para dejar pasar los alijos con los que traficaban.

Después de una amplia investigación de la propia Guardia Civil, los cinco agentes fueron detenidos el jueves al mediodía cuando recibían un alijo de 60 kilos de hachís en la playa de El Cotillo, Fuerteventura, para distribuir entre sus traficantes y ser vendida en la Isla. Según datos de la investigación, los cinco guardia civiles, muy conocidos en Puerto del Rosario y Corralejo y varios miembros de una misma familia, «constituían una auténtica banda de tráfico de drogas» desde las misma entrañas de la Guardia Civil, con numerosos colaboradores y tentáculos en toda la Isla y en Lanzarote.

La Unidad de Policía Judicial de la Guardia Civil de Las Palmas llevaba años intentado obtener pruebas contra tres de los agentes detenidos, sin éxito aparente. La capacidad de influencia de la banda alcanzaba hasta los propios juzgados de Puerto del Rosario, desde los que protegían sus actividades. En varias ocasiones se habían pinchado los teléfonos de tres de los detenidos y en todas ellas se filtró la información a la banda y se produjo, de forma casi inmediata, el apagón en sus conversaciones. El éxito de esta operación fue posible porque la propia Guardia Civil judicializó el asunto en un juzgado de Arrecife de Lanzarote, que ordenó la intervención telefónica de tres de los agentes ahora detenidos que, desde ese momento, no tuvieron acceso a la información judicial.

Los investigadores sospechan que no sólo tenían informantes y colaboradores en los juzgados, sino también en la propia Guardia Civil, Policía Local, en organismos oficiales y Policía Nacional.

Barcos. Según fuentes de la investigación, se repartían los turnos para controlar el acceso de los barcos al muelle de Puerto del Rosario y dejar pasar los alijos de droga procedentes de otras islas. La droga, principalmente hachís y cocaína, era vendida a comisión por sus propios traficantes en el mercado local. Se repartían el grueso de los beneficios.

Los detenidos hasta ahora solo han trascendido tres nombre de agentes: Yeray M., José T. C.M. y Sergio V. utilizaban la información confidencial de la Guardia Civil para interceptar la droga en operaciones legales, cuya procedencia se conocía, para informar y extorsionar a los receptores, incluirlos en su organización o bien directamente recogerla y quedarse con ella para su comercialización.

El control sobre los pequeños traficantes en la isla era absoluto y, en caso de «rebeldes», los agentes actuaban como «verdaderos matones». Mantenía una auténtica guerra con los «independientes», contra los que llegaron a falsificar pruebas para inculparlos de delitos, amenazarlos y sacarlos de la circulación.

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