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Los forenses ven imposible que Araceli se autoapuñalara

Los forenses ven imposible que Araceli se autoapuñalara

Antonio F. de la Gándara

Jueves, 1 de enero 1970

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Los forenses que le practicaron la autopsia a la mujer supuestamente acuchillada por el anciano que la había contratado como cuidadora desmontaron ayer la tesis del presunto homicida de que ella se había clavado el cuchillo accidentalmente cuando forcejaba. «Es imposible», dijeron.

Los médicos forenses que el 4 de febrero de 2015 le practicaron la autopsia en Arrecife de Lanzarote a la ciudadana cubana Araceli A.F. desmontaron ayer, en la última sesión del juicio contra su presunto homicida, la teoría de que la fallecida se hubiera clavado accidentalmente el arma en el pecho mientras forcejeaba con ella, esto es, la tesis del acusado: los forenses dijeron que sencillamente tal acción era «imposible», tanto por la fuerza con la que el cuchillo penetró en el saco pericardíaco como por el lugar en el que se produjo la herida.

El fiscal Ignacio Stampa confirmó ayer ante el jurado constituído en la Audiencia de Las Palmas su petición de una condena de 11 años de prisión para el presunto autor del homicidio, el cántabro afincado en Tenerife Cesáreo G.F., de 68 años. Si bien mantuvo la petición de pena, el representante del Ministerio Público retiró su solicitud para que el jurado estimara la concurrencia de la atenuante de arrebato, aunque no cerró la puerta a que el tribunal popular la aplicara de oficio: «No se lo puedo pedir a ustedes porque no tengo datos para entenderlo probado, pero no dejen de aplicarla ustedes si creen que existió», apuntó.

«Espabilado». Stampa no dudó en tachar las explicaciones del anciano no tanto por su edad como por su estado físico y su grado de dependencia; tiene dificultades paras expresarse, ha sufrido un ictus cerebral y arrastra una pierna, por lo que precisa de un bastón de «mentiras» y a éste de «espabilado». Enfatizó que era increíble que, como dijo el lunes el acusado, se hubiera desplazado aquel día desde Tenerife a Lanzarote únicamente para averigurar los apellidos de Araceli para demandarla por haberle dejado en la ruina, y se preguntó por qué no había traído a juicio al abogado que, según él, le había recomendado tal acción. Detalló que «la gran mentira» del jubilado había sido decir que ella se había clavado el cuchillo, cuando durante la instrucción había admitido su crimen «hasta ocho veces».

La acusación particular se adhirió al fiscal. La letrada del acusado, Elizabeth Tejera, recordó que la fallecida había sido quien había agredido primero apuñalando por la espalda, y apuntó que en todo caso Cesáreo había sido autor de un delito de lesiones por contraatacar , pero sin ánimo de causar la muerte.

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