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Las aves acuáticas podrían estar dispersando un hongo que está diezmando poblaciones de anfibios de todo el mundo

Las aves acuáticas podrían estar dispersando un hongo que está diezmando poblaciones de anfibios de todo el mundo

Europa Press

Jueves, 1 de enero 1970

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Las aves acuáticas podrían estar dispersando un hongo que está diezmando las poblaciones de anfibios de todo el mundo, lo que explicaría el patrón errático y a saltos de la propagación de una enfermedad, según dos trabajos publicados en Journal of Wildlife Diesases y Biological Invasions. La investigación, realizada por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y la Universidad de Puerto Rico, ha detectado el registro más antiguo de este patógeno en una rana gigante del lago Titicaca recogida en 1863. El patógeno, el hongo Batrachochytrium dendrobatidis, provoca la quitridiomicosis, que es una enfermedad letal para los anfibios. Los investigadores se centraron en Bolivia, donde buscaron la presencia del patógeno analizando tejidos de patas de aves acuáticas andinas recogidas entre 1977 y 1997, un periodo durante el que comenzó la alta incidencia de la enfermedad en la región. El investigador del MNCN Ignacio de la Riva ha explicado que gracias a las colecciones de historia natural se han podido escoger 48 ejemplares de aves. "Tomamos muetras del tejido de las patas y, utilizando técnicas de amplificación y secuenciación de AND, pudimos confirmar la presencia del hongo en casi la mitad de ellas", ha apuntado. "Que las aves puedan ser portadoras del hongo, explicaría el patrón de propagación, errático y a saltos, de la enfermedad entre los anfibios andinos", continúa la investigadora Patricia Burrowes. En otro trabajo, el mismo equipo estudió los patrones geográficos y taxonómicos de la presencia del patógeno en los andes bolivianos. En este caso tomaron muestras de tejidos de ranas depositadas en nueve museos que cubrían el periodo entre 1863 y 2005, además de ejemplares capturados en la naturaleza entre 2009 y 2016. Con estos trabajos hallaron el registro más antiguo conocido del patógeno en el mundo, que se encuentra en una rana gigante del lago Titicaca colectada en 1863 y traída al MNCN por la Comisión Científica del Pacífico, lo que pone de relieve una vez más la importancia de las colecciones científicas. Los investigadores sugieren que a lo largo de la historia puede haber habido dos cepas distintas del patógeno. "Por un lado está la presencia antigua que parece deberse a una cepa endémica, y por otro una infección más reciente que proviene de una cepa más virulenta que surgió en la década de los 90 y que es coincidente con el descenso drástico de las poblaciones de anfibios que venimos registrando en Bolivia", concluyen los investigadores.

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