La vida en Dakar según Elisse Fitte-Duval
A Elise Fitte-Duval (Martinica, 1967) le interesa reflejar la vida de los habitantes de la capital de Senegal, una megalópolis donde los vecinos luchan por desarrollarse y mejorar su calidad de vida. Hasta el 8 de agosto, una selección de su trabajo fotógrafico se exhibe en Casa África.
La fotógrafa Elise Fitte-Duva presenta su primera exposición individual en Casa África, entidad que reconoció su trabajo en la Bienal de Fotografía de Bamako de 2011 concediéndole el premio con el que se pretende destacar la obra de una fotógrafa africana que ofrezca una mirada singula que se aleje de los estereotipos vigentes sobre el Continente.
En el caso de Fitte-Duval, usa su trabajo para retratar a ciudadanos empeñados en mejorar sus condiciones de vida. «Las imágenes de Elise tienen como objetivo fundamental dar visibilidad a historias invisibles y denunciar las condiciones de vida de miles de personas abandonadas a su suerte por las instancias públicas y políticas de esta gran ciudad que es Dakar», asegura Sandra Maunac, que comparte el comisariado con Mónica Santos, su socia en la empresa de proyectos curatoriales Masasam.
«Lo importante para mí es mostrar a la gente», dijo la artista que vive en Dakar desde el año 2001, cuando empezó a trabajar como infógrafa para la agencia de noticias Panapress.com.
Fitte-Duval retrata a los ciudadanos como sujetos activos. «Es importante que los africanos se vean a sí mismos», sostiene.
La fotógrafa presenta cuatro series: una dedicada al proceso electoral que vivió Senegal en 2012, que recoge desde las protestas contra el intento del entonces presidente, Abdoulaye Wade, de optar a su tercer mandato hasta la proclamación del actual presidente Macky Sall; otra en la que se ve a jóvenes desarrollándose en un ámbito tan emergente y difícil como el de la danza contemporánea, eclipsada por la prevalencia de los bailes tradicionales; la tercera retrata cómo los ciudadanos de Dakar tienen que convivir con el agua tras las continuas inundaciones. Por último, su cámara recoge rincones del barrio de Ouakam, donde sus habitantes luchan por mantener su identidad como pueblo frente a la expansión de la megalópolis.