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La UE como solución y no como problema

Jueves, 1 de enero 1970

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Canarias es el territorio más singular del Estado. En España no han terminado de entenderlo, pero sí en la Unión Europea. En Bruselas sí han reconocido y atendido la necesidad de impulsar mediadas legislativas y económicas adaptadas a nuestra realidad para aproximarnos a las condiciones de bienestar de quienes viven en territorio continental. Un tratamiento específico que ha impulsado en buena medida nuestro desarrollo. Europa nos reconoce un estatus -en el Tratado Final de la Unión- que no recoge España en su Constitución. Sin ninguna duda, a Canarias le interesa una Europa política, económica y socialmente unida y fuerte. Canarias se ha jugado y juega mucho en la UE. Las Islas necesitan que el proyecto europeo avance, crezca y mejore. Nos interesa que se den pasos adelante, no pasos atrás. España ha vivido una semana trascendental para la UE, y por lo tanto para nuestro Estado, distraídamente. Las elecciones generales (y hasta el fútbol) han provocado que no hayamos vivido con la atención que merece lo ocurrido en el Reino Unido. Hasta el mismísimo viernes por la mañana no caímos en la importancia, y gravedad, de lo que se estaba moviendo en una nación que pasa por ser una de las dos fundamentales para el sector turístico en las Islas. Los británicos han hablado y lo han hecho para decidir que no quieren seguir formando parte del proyecto de la Unión. La decisión golpea duramente a la UE. La fortaleza del club europeo, el prestigio de sus instituciones y su proceso de consolidación económica y política quedan muy tocados. El viejo sueño de vertebrar los Estados Unidos de Europa para jugar el viejo continente un papel más relevante en las relaciones entre las grandes potencias mundiales despertó el pasado viernes herido. Puede que no de muerte, pero sí gravemente herido. Siendo cierto que no cabe caer en el catastrofismo y que ahora más que nunca hay que animar a la tranquilidad de los mercados y de los ciudadanos, no lo es menos que con el populismo recorriendo Europa lo ocurrido en Gran Bretaña puede provocar un efecto contagio, de forma que en otros países algunos partidos recojan ese guante, lo hagan suyo y desencadenen un síndrome de estampida en algunos países de la Unión -especialmente en los más fuertes, dado que los débiles son más dependientes-. La gravedad de lo ocurrido no debe situarse tanto en el Reino Unido, que después de las primeras consecuencias logrará recuperar su ritmo, sino en lo que esto pueda traer consigo en otros países. En términos generales, el triunfo del brexit puede frenar a la recuperación económica. Canarias no es ajena a cómo le vaya a la libra. España recibe alrededor de quince millones de británicos y en el caso de Canarias son nuestro primer mercado, con casi cuatro millones de visitantes -sin contar a los que tienen fijada su residencia entre nosotros-. Los efectos que pueda tener una devaluación de la libra o incrementar las dificultades administrativas para la circulación de personas quedan sobre la mesa tras lo ocurrido el jueves. Los ciudadanos españoles son muy conscientes de lo que significó nuestra incorporación a la UE. Gracias la Unión España recibió un espaldarazo que aceleró nuestra modernización, dejando atrás a mayor velocidad cuarenta años de espaldas a esa realidad y enganchándonos a la democracia, a la libertad y al progreso social y económico. De la mano de Europa hemos disfrutado de uno de los periodos más fructíferos de nuestra historia. España crece en Europa y la necesita. Es una mala noticia que ahora ese proyecto haya perdido el atractivo que hace falta a ojos de los ciudadanos. El resultado del referéndum en el Reino Unido y la frialdad, distanciamiento y desconfianza creciente entre los socios europeos constituye una seria advertencia que abre grietas en los pilares de la UE. La Unión lleva años en el camino equivocado. Debe rectificar la dirección de algunas de las políticas que se están llevando a cabo. Se echa en falta un liderazgo que sea capaz de proyectarse más allá de los intereses nacionales y que entienda el proyecto común como una oportunidad para todos. Es imprescindible que en Europa ciudadanos y gobiernos vean en la UE una solución y no un problema.

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