La mirada artística de la mujer africana llega al CAAM
En 1974, los antropólogos que hallaron en Etiopía el esqueleto de un homínido hembra de 3,2 millones de años le robaron sus raíces y su identidad al denominarlo como la protagonista de Lucy in the Sky of Diamonds, de The Beatles. Ahora, 25 creadoras reivindican la identidad femenina y africana en una muestra que devuelve la mirada a aquel ser mal llamado Lucy.
Distintas sensibilidades, procedencias y formas expresivas se aglutinan en el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) y en Casa África para dar visibilidad al trabajo 23 de creadoras contemporáneas africanas, a las que se suman las obras de dos artistas canarias. Con esta muestra, titulada El iris de Lucy, el comisario y director del CAAM, Orlando Britto, ha querido devolverle a los restos de aquella «abuela de la humanidad» su «verdadera mirada», eliminada al bautizarla con un nombre ajeno a su contexto. «Ese hecho anecdótico tiene una enorme relevancia, pues es, en definitiva, un ejemplo más del sistema de pensamiento occidental, de su carácter dominante, excluyente y autorreferencial, incapaz de ver el mundo más allá de su eurocentrismo, de ponerse en el lugar y en el espacio que visita, en el lugar del otro. ¿Por qué no haberla bautizado con un nombre etíope o africano?», explicó Britto que ideó esta exposición hace una década, siempre pensando en el CAAM. La muestra, que ya se pudo ver el año pasado en el Musac y en el Museo de Arte Contemporáneo de Rochechuart (Francia) llega en una versión renovada, con varias obras realizadas in situ, como el mural de Pélagie Gbaguidi o las performances que Fatima Mazmouz y Amira Zoubir realizarán esta noche. Las creadoras, procedentes de Argelia, Benin, República Democrática del Congo, Egipto, Etiopía, Gabón, Kenia, Malawi, Marruecos, Nigeria, Senegal, Sudáfrica, Túnez, Canarias y Zimbabwe, ofrecen un mapa de las múltiples realidades y temáticas ; desde los problemas raciales, a las formas de violencia incluyendo la prostitución o la explotación de los recursos naturales, la identidad, las cuestiones de género, la religión, la memoria, el cuerpo o el amor se abordan a través de distintos soportes expresivos y, en muchos casos, sin renunciar a la tradición estética de su cultura africana. Así, la senegalesa Pélagie Gbaguidi no duda en definirse como una griot e invita al público a borrar de su mural las huellas de la violencia para recontar la historia de África.