La lucha por el futuro tiene premio
Lourdes Bermejo
Lunes, 5 de noviembre 2012, 09:35
El joven Antonio, de 19 años, es huérfano de padre y no tiene contacto con su madre. Eso no le ha impedido sacar el Bachillerato con sobresaliente, presidir la Aeuco y ser un campeón de mountain bike. Como premio, la asociación Mercedes Medina costeará con una beca sus estudios de Derecho. El padre de Antonio Maldonado falleció hace un año, dejándole solo, al no tener contacto con su madre y debiendo separarse también de su hermano pequeño. La vida no se lo ha puesto fácil a este joven que, sin embargo, es un auténtico ejemplo de superación. «Al morir mi padre, me puse las pilas en el instituto y conseguí aprobar casi todas las asignaturas con sobresaliente», dice. Esta dedicación le ha valido ser elegido el primer beneficiario de la beca Mercedes Medina, que concede la recién creada asociación filantrópica del mismo nombre, que preside Juan Cruz. La carrera elegida por Antonio es Derecho, que contempla diez asignaturas en el primer curso, de las que deberá aprobar nueve para reeditar la beca de 300 euros mensuales durante los nueve meses del curso. «Agradezco muchísimo esta ayuda de la asociación, que hace una gran labor humanitaria, y espero no defraudar la confianza que han puesto en mí», dice con su tono de madurez casi incompatible con su rostro aniñado. Si se espera tanto de él, es quizá porque ya ha demostrado de sobra su valía, convirtiéndose en presidente de la asociación de estudiantes conejeros universitarios AEUCO, y llegando a ser campeón de Canarias de mountain bike con su club Lanzabike. Precisamente, la disciplina y el trabajo de grupo al que obliga el deporte han sido de gran ayuda para centrar a Antonio, no sólo académicamente, sino en sus valores. «He visto a jóvenes de mi entorno caer en infiernos personales, y a veces pienso que el deporte, y mis compañeros de Lanzabike, tan sanos, me han librado de seguir un camino equivocado». Con estas palabras, Antonio Maldonado se retrata como un joven noble y agradecido, merecedor de la beca de estudios. El dinero le permitirá, durante el curso, asumir el alquiler de la casa que comparte con otros dos lanzaroteños en La Laguna y seguir la tradicional dieta universitaria de «pasta de todos los colores y formas», bromea. También recibe una ayuda de orfandad de 382 euros, y sus futuros suegros le acogen con gusto en su casa cuando vuelve a la isla.