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La crisis hace crecer los abandonos de animales, pero también las adopciones

EFE

Jueves, 1 de enero 1970

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La crisis económica ha hecho que aumenten los casos de abandono de animales, pero también está llevando a que cada vez sean más las personas que, a la hora de adquirir una mascota, en lugar de comprarla, recurren a los programas de adopción de las sociedades protectoras.

Así lo han percibido en el albergue de Bañaderos, en el norte de Gran Canaria, donde cada año llegan unos 4.500 perros y gatos, a veces entregados por sus dueños y, en muchas ocasiones, recogidos en la calle por los distintos ayuntamientos de la isla. Un 25 por ciento de ellos consigue una nueva oportunidad mediante la adopción.

Los trabajadores de este centro ya ni preguntan a las personas que les entregan un animal el motivo por el que lo hacen, porque la mayoría "miente", relata a Efe su directora, María Rosa González.

Su experiencia indica que no siempre se abandona a los animales por falta de medios para cuidarlos, porque algunas de las personas que se presentan en el albergue con su mascota entran con "grandes bolsos, grandes trajes y grandes coches".

María Rosa González defiende, por ello, que no todo se explica por la crisis económica, sino también por una "crisis de valores", que esa "sí que está cada vez peor".

El albergue recibe algunos meses tantas entregas que, "a veces, parece un criadero" en lugar de un centro para animales abandonados, reconoce su directora.

En Bañaderos los reciben a todos, sin distinción. "A nosotros no nos interesa el pedigrí, para nosotros todos son iguales", señala María Rosa González, que recuerda a varios dueños que llegaron al albergue alardeando de "lo caro que les había salido el perro".

Cuando uno entra al albergue de Bañaderos se encuentra con movimiento: los trabajadores no paran, entran a la consulta, vuelven a administración o salen a enseñar a los animales.

Por su sala de espera pasan todo tipo de personas, desde una mujer que aguarda para que le devuelvan a su perro, desaparecido durante una semana, hasta un chico que adoptó hace tres meses a una perrita en este centro y acaba de adoptar a su segundo perro.

Los perros que son recogidos en la calle por los ayuntamientos pasan por un control médico y por el detector del microchip, para comprobar si tienen dueño o no. También los desparasitan y los fumigan contra las garrapatas y pulgas, en el caso de tenerlas.

Después son seleccionados por sexo y tamaño para separarlos en las jaulas. En el caso de los perros que la normativa cataloga como "potencialmente peligrosos", se los separa uno a uno, ya que "no se sabe la educación que han recibido", explica María Rosa González, antes de recalcar que "los peligrosos son los dueños, no los perros".

Por ley, las mascotas solo pueden permanecer en el centro un máximo de 20 días a la espera de que sus dueños acudan a buscarlas o de que sean adoptadas. En el caso de que no sea así, deben sacrificarlas.

En lo que va de año, el albergue de Bañaderos ha superado ya los 2.400 animales que han sido acogidos en el centro.

Este centro se sostiene con un presupuesto anual de 280.000 euros, financiado en un 40 por ciento con ayudas públicas, y el otro 60 por ciento por el propio albergue, a través de las adopciones.

Este albergue cuenta con un equipo de ocho trabajadores, entre ellos dos veterinarios, además de un pequeño número de voluntarios.

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