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Jesús Soto fue maestro artístico del Cabildo de Lanzarote desde 1965 hasta su jubilación. Su trabajo y talento fueron esenciales para entender grandes proyectos que han dado fama internacional a Lanzarote. Los Jameos del Agua, la Cueva de los Verdes, el Mirador del Río, la Ruta de los Volcanes y el Museo del Campesino no habrían sido posibles sin su inventiva, que, sin embargo, quedó eclipsada por la personalidad y fama de su apreciado amigo César Manrique. Jesús Soto (1928-2003), la luz de la piedra, escrito por Félix Hormiga, gestor cultural y jefe del Servicio de Publicaciones del Cabildo de Lanzarote, intenta hacer justicia a la importancia que ha tenido la figura de Jesús Soto para Lanzarote. El libro fue presentado anoche en el Ayuntamiento de Antigua.
Según explica Félix Hormiga, que le conoció y fue su amigo, aunque resalta la imparcialidad que ha pretendido transmitir en su libro, Jesús Soto «era un humanista y un inventor con alma de artista, un hombre profundamente interesado por la cultura y la ciencia».
Aunque nació en la localidad majorera de Antigua, su familia se trasladó a Gran Canaria, donde su padre abrió un taller de electricidad. Con el tiempo Jesús Soto acabaría viviendo en Lanzarote, donde realizó el servicio militar y trabajó en el sector de la electricidad y para una naviera hasta que el Cabildo de Lanzarote le encarga un primer trabajo para acondicionar la Cueva de los Verdes, que se abrirá posteriormente a los visitantes en 1963.
En 1965 es contratado de forma permanente por el Cabildo de Lanzarote y se ponen en marcha diversos proyectos en la isla. «Cuando terminan la Cueva de los Verdes y empiezan los Jameos del Agua, Jesús Soto advierte que la figura de Manrique, que en ese momento residía en Nueva York y era una persona que se empezaba a reconocer internacionalmente, podría ser importante para liderar estos proyectos relacionados con la red de centros de Lanzarote. Lo que se hace es remirar la isla para seguir creando centros capaces de llamar la atención del turismo», explicó Hormiga.
Félix Hormiga reconoce que la personalidad y fama de César Manrique «proyectan una sombra muy larga» que, en ocasiones, crean la sensación de que Lanzarote es «una creación de Manrique, sin tener en cuenta que siempre hubo una implicación de la sociedad» sobre el proyecto de isla que se quería construir. Con respecto a Jesús Soto, «con el tiempo todo el mundo asumió que era una especie de ayudante de Manrique, que hacía lo que Manrique le decía. La idea que ha trascendido es que Jesús Soto, por ser electricista, era el que se ocupaba de la iluminación, pero esa no es una verdad total. Soto intervenía en otras muchas cosas de orden estético y relacionadas con la interpretación del paisaje», añadió Hormiga.
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