Jerry González: "Las disqueras me han robado mucho dinero"
Jerry González asegura que no puede dejar de tocar. «Es lo que me mantiene vivo», afirma el trompetista y percusionista neoyorquino. Dicen que es fácil topárselo tocando por los garitos de Madrid. Así, sin previo aviso. No puede evitarlo. «Es una necesidad. Cualquier músico serio busca situaciones que le permitan tocar».
Lo cierto es que el músico no para de tocar, bien en conciertos internacionales o de forma sorpresiva en cualquier club de jazz. «La jam session (conciertos improvisados con otros músicos) es importante en la evolución de los músicos. Sin jam, no hay música. Allí es donde se puede sacar lo que han practicado y saber si funciona o no. La única forma de aprender es tocándolo. No se trata de estudiar con libreta en mano, es una cuestión de sentimiento», explica el músico en conversación telefónica.
González lleva 12 años afincado en Madrid, pero vive con un pie en Nueva York, donde se reúne con Fort Apache Band, el grupo de latin jazz que fundó hace ya 34 años. No obstante, asegura que el ambiente jazzístico de la capital española le recuerda al que tenía Nueva York hace tres décadas. «Hay muchos clubes de jazz en Madrid. Son garitos, pero resisten. Muchos jóvenes están yendo a las jam session. En cierta forma, me recuerda a Nueva York», comenta este músico que trabajó con grandes leyendas del jazz como Larry Young, Tony Williams o el mismísimo Dizzy Gillespie, de cuya banda formó parte en los 70. «Tocar con él fue una experiencia bien especial. Me trató como a su hijo. Era muy buena persona. Un personaje increíble y, musicalmente, su enseñanza entraba sola. Escucharlo tocar era una lección», recuerda González, elevado también a la categoría de leyenda del jazz. «Que me digan eso es bueno para mi ego», comenta carcajeándose.