Miles de personas se agolpan en el espacio abierto más grande de Katmandú, entre carpas improvisadas, la incertidumbre sobre lo que va a pasar y el sentimiento de abandono ante la falta de ayuda por parte de las autoridades. Ya hay más de 3.000 muertos y miles de heridos, una cifra que nadie duda que aumentará aún considerablemente.