Lo descorazonador es que los dictadores sigan muriendo en la cama en todas partes... Salvo si han tenido alguna veleidad expansionista. Milosevic, muerto en la cárcel, y Sadam Husein, con un futuro ante sí no muy boyante, han sido perseguidos no por sátrapas sino por imperialistas. De todo lo cual podría desprenderse un corolario aterrador: no tienen nada que temer los dictadores si, como hiciera Franco, optan por aislarse, por la neutralidad.
Este cinismo parece ser consustancial con la condición humana, pero debería ser revisado a la luz de la globalización. No tendría sentido un Tribunal Penal Internacional incapaz de salvar a las víctimas del autoritarismo.