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Gregory Peck, paradigma del hombre íntegro

Gregory Peck, paradigma del hombre íntegro

N. Solo

Jueves, 1 de enero 1970

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Hay quien sostiene que Gregory Peck (1916-2003) no fue un gran actor, que era bastante acartonado -entonces ¿cómo llamaríamos a Victor Mature?- y que le salvaba el hecho de que su físico era portentoso y robaba planos aunque lo pusieran de secundario en un rincón de la pantalla. Sin embargo, algunas de sus creaciones han pasado a la historia y entre ellas el Atticus de Matar a un ruiseñor, uno de esos personajes por los que habría matado cualquier actor y que él hizo tan suyo que ha acabado como paradigma del hombre íntegro, del buen padre y mejor persona que todo bien nacido aspira a ser. Y añadamos a eso que dio la talla en la comedia elegante con Vacaciones en Roma, en un drama como el atípico western Duelo al sol y en la intriga psicológica con Recuerda.

Buenos amigos. Coincidió con Audrey Hepburn en Vacaciones en Roma y allí nació una amistad que mantuvieron toda la vida. La misma historia por duplicado. Scorsese lo recuperó para su remake de El cabo del miedo. Lo mismo hizo con Robert Mitchum.

Su mejor película. Hay tres o cuatro más (tampoco más) pero siempre gana Matar a un ruiseñor.

Su peor película. Ya no estaba para trotes como los de la película de aventuras Lobos marinos.

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