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Genio y figura en el periodismo y la cultura

Genio y figura en el periodismo y la cultura

Martes, 21 de julio 2020, 14:51

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Genio y figura. Esta es la etiqueta que mejor definía a José A. Rivero Gómez, cuyo adiós ha dejado huérfana a la actividad cultural de su isla natal, Gran Canaria. Con la muerte de Pepe Rivero, como los que tuvieron la fortuna de conocerle llamaban a este periodista y dinamizador cultural infatigable, se cierra una etapa. Se ha ido una forma única de entender la vida, la información y todas las disciplinas artísticas, que encontraron hace cinco años un espacio de referencia en el Museo Poeta Domingo Rivero, que él dirigía con una pasión desbordante. Este enclave, en el número 10 de la calle Torres, le tiraba por varias razones. La sangre, la primera, por supuesto. Pepe Rivero era nieto del poeta aruquense a cuya memoria está dedicado este recinto. Un espacio en el que trabajó, desde la modestia y a base de constancia y esfuerzo, para fortalecer la memoria de este poeta extraordinario y de su mujer, María de las Nieves del Castillo Olivares y Fierro. El museo alberga una interesante colección de objetos personales, muebles y libros del autor del municipio norteño. Pero si algo ha convertido a este museo en un referente cultural ha sido su capacidad para convertirse, en un tiempo récord, en un enclave para el fomento y la dinamización cultural. Se alejó en todo momento del estándar clásico de enclave elitista, endogámico y ególatra que tanto gusta en ciertos reductos culturales. El Museo Poeta Domingo Rivero ha sido y es un sitio abierto a múltiples miradas. Siempre sin complejos y con la idea clara que cuanto más puntos de vista y más artistas pasasen por sus instalaciones, mayor sería el enriquecimiento propio y general. Así, con paso lento y firme desde el 19 de marzo de 2012 y hasta hoy ha acogido cientos de conferencias, exposiciones, charlas, talleres, conciertos y presentaciones de artistas consagrados y emergentes, que siempre contaron con el incansable empuje de Pepe Rivero para exhibir sus nuevas creaciones. El museo es privado. Esta es una máxima que Rivero tenía grabada a fuego. Sabía que esto le dotaba de una independencia absoluta y le otorgaba la capacidad de decir que no, cuando era necesario. Y bien que lo hizo, sobre todo cuando algún político intentó meter la zarpa en las actividades de este recinto cultural en busca de réditos que ni le pertenecían ni merecían. La experiencia, en este terreno, siempre fue un grado. Rivero trabajó en el Cabildo de Gran Canaria durante años. Y sabía, mejor que nadie, cómo se las gasta la casta política por estas ínsulas. Llegó a la corporación insular para asesorar en cuestiones de comunicación. Antes, durante décadas, ejerció como periodista en distintos medios, incluido CANARIAS7, de cuyo equipo fundador formó parte como colaborador y donde fue jefe de Deportes. Su forma de contar los éxitos y desventuras de su querida Unión Deportiva Las Palmas fue ejemplar. Su manejo de las herramientas comunicativas las aplicó al propio Museo. Hasta tal punto que, junto a Elisa Quintana, lo convirtió también en un ejemplo a seguir de cómo mantener una relación fluida con sus seguidores, mediante las redes sociales y los medios de información tradicionales. Hoy, a partir de las 15.00 horas, en el cementerio de Las Palmas, toca despedir a Pepe Rivero y darle un cálido abrazo a su mujer, Luisa Estévez, y a sus hijos Domingo y Ana. Descansa en paz, querido Pepe.

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