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Ganar al CAI para evitar un triple salto mortal en la última jornada

Ganar al CAI para evitar un triple salto mortal en la última jornada

Este Gran Canaria necesita una lobotomía. Poner fin a esta temporada, errática desde su génesis, y someterse a un severo proceso de introspección y análisis. Pero antes urge vencer al CAI Zaragoza el próximo jueves y poner en valor su plaza en la ACB. Luego vendrá la reflexión y las decisiones dramáticas de un equipo que necesita equilibrar su esqueleto deportivo, con la guadaña preparada por algunos para quienes tienen en su currículo más eficiencia que otra cosa.

David Ojeda

Jueves, 1 de enero 1970

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El final de la Liga Endesa ofrece un entorno hostil para el Gran Canaria, completamente ajeno a estas tensiones en la última década. Es tiempo de cábalas, ejercicios matemáticos para concluir quién será el acompañante de Blancos de Rueda Valladolid en el descenso a la Adecco LEB Oro. El cuadro claretiano cerraría su presencia en la elite venciendo al CAI. No serían necesarias más cuentas, significando que la derrota ayer de Estudiantes ante Manresa mantiene la distancia de dos victorias con el otro ocupante de la zona de descenso.

Una derrota elevaría las cotas del dramatismo. El rival no vendrá de paseo. Con 16 victorias, el cuadro aragonés está a un solo triunfo de la octava plaza, que le daría la posibilidad de jugar las eliminatorias por el título. Pero además terminaría de debilitar emocionalmente a un grupo que ayer regresó a la Isla «con dudas en sí mismo», según confesó un integrante de la expedición. Un equipo que retornó atenazado siguiendo las dificultades que Murcia, otro rival directo, planteó al Real Madrid en el Palacio de los Deportes para perder por un punto.

El Gran Canaria tiene en su mano la permanencia. Además, solo hay una combinación por la que perdería su vacante, un triple empate con Estudiantes y Murcia, y que los madrileños superen a los murcianos por una renta de entre 7 y 22 puntos en el encuentro que juegan entre ambos la última jornada de la temporada regular en Murcia, un hecho que se produciría por el balance entre los tres añadido al average particular. Sería curioso descender por el average, señalado por Pedro Martínez como un factor «mitificado y sobrevalorado».

Cualquier otra combinación dejaría a los claretianos en la ACB, según los datos oficiales de la Liga. Pero hay algo que alimenta el suspenso. Algo que no se puede calcular haciendo sumas y restas. Este Gran Canaria no transmite. Su último precedente en el Centro Insular el pasado jueves ante Valladolid sembró de tinieblas el presente. No hay química en la pista, no existe ese código genético que siempre ha caracterizado al equipo y que este año apenas ha aparecido salvo ante Unicaja o Barcelona.

Pedro Martínez señalaba en el análisis posterior a la derrota ante el Valencia que la agresividad en la pista fue determinante en el resultado. Hace no más de un año hubiera resultado inconcebible que el Gran Canaria perdiera por algún defecto achacable a su personalidad en la cancha. Más allá de los desatinos que se han producido en la confección de la plantilla desde Butler a Dowdell, pasando por Alando Tucker, el espíritu competitivo no ha sido el de otros años.

Pero antes de hacer tabla rasa, toca garantizar la permanencia. Con Joaquín Costa al frente, el club no tiene musculatura para sobrevivir tras un descenso. Habrá menos recursos, mientras el jefe de la cúpula ejecutiva muestra un serio despiste en la gestión de la entidad.

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