Flores y viajes dan color al CAAM
El CAAM se llena de color y sensaciones a través de las sugerentes obras de dos canarios que han conseguido romper las barreras impuestas por los géneros artísticos en los que trabajan: la pintura y la fotografía. El museo se abre a las ambiguas flores de Fernando Álamo y a los paisajes ficcionados del fotógrafo Leandro Betancor.
El Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) acoge tres muestras que se podrán visitar hasta el próximo 26 de enero. En todas ellas, se puede apreciar el carácter rupturista de unos creadores que exploran los límites impuestos por los soportes en los que trabajan, según explica el director del museo, Omar Pascual-Castillo.
En el caso de Fernando Álamo (Tenerife, 1952), el pintor extiende su pintura a terrenos, teóricamente, menos pictóricos. Así, en la muestra que ocupa la planta baja y el primer piso del museo, el artista incluye su serie Labidópteros, unas mariposas hechas con impresiones digitales donde las alas surgen de vulvas femeninas. Y es que la obra de Álamo, según indica el comisario de la exhibición, Carlos Díaz Bertrana, incita la imaginación del espectador a través de imágenes sensuales, ambiguas y delicadas. «En esta década, en su imaginario han predominado las flores, algunas de mucha potencia», comenta el comisario.
De este modo, Álamo ha llenado dos plantas del edificio con los rostros solapados por grandes círculos de colores vivos en Por narices, de flores más o menos definidas y de una serie de cuadros en los plantea un juego cromático protagonizado por vulvas con las que hace una reinterpretación de La cueva de los guanches, de Óscar Domínguez.
«Su obra abarca desde el hedonismo de nuestra civilización a la angustia existencial del ser humano que sabe que la vida se acaba», explicó el crítico que invitó a dejarse llevar por el placer que provocan sus piezas.
Más lejos aún nos lleva el fotógrafo Leandro Betancor (Gran Canaria, 1975) que en su Travelling (Geoficciones) plantea al espectador seis series fotográficas de imágenes tomadas en distintos puntos del mundo, de las que se sirve para trazar un relato poético sobre algún aspecto de la existencia. Betancor confiesa que ha hecho un ejercicio de contención para no abordar un relato textual sobre sus ficciones, aunque acompaña sus fotos con unas pocas palabras que sirven de guía al público para fabular su propia historia.
Según Omar Pascual, que comisaría la propuesta de Betancor, los faros canarios y los horizontes que se divisan desde ellos abordan la relación del isleño y el mar; en Shanghai, retrató sombras envueltas en una densa niebla de colores vivos y en Namibia, vistas áreas de territorios grises surcados por líneas que conforman misteriosas abstracciones casi pictóricas.
La tercera de las exposiciones es Cuaderno de bitácora 1. Se trata de una selección de piezas realizadas sobre papel de las más de mil obras de este tipo que acopia el museo en sus fondos.
En esta ocasión, las 50 piezas que se exhiben se han escogido atendiendo a la originalidad de los autores para usar este soporte más allá de sus usos tradicionales. Así, entre las piezas se pueden ver obras de carácter casi escultórico como las de la canaria Guenda Herrera y el vasco Eduardo Chillida.
Otras firmas españolas incluidas en esta colectiva son Karina Beltrán, Paco Guillén, Jorge Ortega, Carlos Alcolea, Davinia Jiménez, Marina Núñez y Augusto Vives.
El resto de los autores participantes son Salvo, Martin Kippenberger, Leif Trenkler, Jiri Dokoupil, Hans Lemmen, Eva Lootz, George Condo, Ron Gorchov, Kcho y Severo Sarduy.
Las exposiciones han contado con un presupuesto de unos 80.000 euros; cerca de 45.000 euros costó la muestra de Álamo; 35.000 la de Betancor, precisó Pascual.