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Fani Fuentes rompe su silencio

Fani Fuentes rompe su silencio

Marisol Ayala.com/Antonio F. de la Gándara

Jueves, 1 de enero 1970

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La última vez que hablé con él estaba entre rejas y de eso hace ya diez años. Fue el 7 de marzo del 2003 en la prisión Provincial Salto del Negro de Las Palmas de Gran Canaria. En ese momento Eufemiano Fuentes Martínez, más conocido como Fani, era un preso preventivo acusado, junto a otros dos detenidos, de la muerte en enero del año 1994 de la prostituta María del Carmen Diepa que fue descuartizada y cuyos restos aparecieron en un contenedor de basuras.

La segunda vez que lo vuelvo a ver fue hace dos días, el jueves. Una serie de coincidencias me hicieron saber que Fani estaba en Las Palmas de Gran Canaria -en la actualidad cumple los tres años que le restan de condena en la prisión de Juan Grande pero ya disfruta de permisos- de manera que decidí localizarlo por las inmediaciones de su casa con el único fin de darle un abrazo. Nos habíamos llamado hace unas semanas pero ni nos pusimos de acuerdo. De pronto desde un coche rojo alguien me llama. Era Fani. Lo conocí al vuelo. Saludos efusivos como corresponde a la vieja e intensa amistad que nos une y luego café, larga charla y confidencias. Es la primera vez que Fani concede una entrevista desde su vida en libertad; la única ocasión en la que lo hizo fue en el 2003 cuando me citó en la Prisión Provincial Salto del Negro, después de enviarme una amplia carta a través de una religiosa amiga. En ese momento era preso preventivo; poco después sería condenado como autor de la muerte de una prostituta, cuyos detalles recuerda mi compañero A.F. de la Gándara en la página 4.

«¿Cómo me ves?», me preguntó el jueves cogiéndome las manos. «Bien, Fanuco, todavía te pareces al Fani que tenía locas a todas las chicas». Y nos reímos. Fani tiene hoy 63 años, y ya es abuelo de mellizas a las que conocerá en breve. Ha recuperado a parte de su familia y ya ni fuma. Lo ha dejado todo. «Fue duro, pero había que hacerlo y lo hice». No hace falta hacer preguntas porque teníamos tantas ganas de vernos que la conversación salta de un lado a otro: «Mira; la soledad de la celda es lo peor, lo más duro. Diez años en la cárcel te hunden la vida; lo que pasa es que yo tengo mi conciencia tranquila y eso me ayudó mucho. Eso y los amigos, la familia, que en diez años nunca me han dejado solo. Eso no lo olvido nunca. La cárcel es el infierno».

Fani solo se quiebra cuando habla de su padre, ya fallecido, a quien le prohibió que fuera a verle a prisión porque sufría tanto que enfermaba cada vez que le veía entre rejas. «Un día me preguntó si era verdad que yo había hecho eso que decía la prensa y le dije que no. Te creo, mi hijo, me contestó. Ese día lo vi irse con tanta paz que con esa frase y esa imagen me quedo».

Fani sigue teniendo el porte de antes aunque con más kilos pero la misma sonrisa que le recuerdo en el Club de Natación Metropole cuando compartíamos equipo. «¿Sabes lo que me ha salvado de volverme loco?, el estudio. Me faltan cuatro o cinco asignaturas para terminar Derecho y creo que eso ha sido una de las mejores decisiones de mi vida. Las horas en la cárcel no pasan nunca, son lentas, el día es eterno y la noche igual. Así que me matriculé en Derecho aquí en Las Palmas en el 2007 y poco a poco he ido sacando la carrera. No te voy a negar que mi posición económica me ha permitido llevar una vida de estudios cómoda pero en la cárcel, que hay gente buenísima, he tenido compañeros que lo han pasado muy mal porque dejan fuera familia, hijos, etc., en fin, ese no es mi caso. Y los funcionarios han sido siempre respetuosos conmigo, nunca he tenido un solo problema. ¿Te digo una de las cosas de las que más orgulloso me siento? Es de que la madre de mi hija que ya, como sabes, me hizo abuelo, cuando un día la niña le preguntó si era verdad lo que decían que yo había hecho, le dijo: «Tu padre es incapaz de hacer esa barbaridad». Esa frase, así, tan simple, me dio mucha fuerza».

«¿Qué si yo maté a esa chica?, ¡por favor!, yo no recuerdo ni haberla visto jamás. Nunca. ¿Qué pasó?, no lo sé, lo cierto es que a estas alturas, con diez años de cárcel en mi espalda, ni miro atrás porque ha sido muy duro, mucho». Hablamos de la droga, de su viaje al infierno, de un hombre que lo tuvo todo y que de pronto cayó en el pozo más negro. «Es verdad y lo tenía todo, posición económica, éxito deportivo, familia, amigos, ¡todo!...fíjate que el primer coche Ferrari que vino a Las Palmas fue el mío, en fin, todo, ¿qué pasó?, la droga...Si entras ya no tienes escapatoria. Yo empecé a consumir cocaína a los 27 o 28 años y caí en picado. Una cosa tengo clara, ahora que mi vida ha dado un giro, y es que como te arrimes a gente que consume acabas consumiendo tú. Eso y que nadie dude; estas manos no han matado a nadie, a nadie».

Fani sabe que su apellido en un apellido de leyenda en Canarias que incluso su nombre, Eufemiano Fuentes, como el de su tío el industrial tabaquero secuestrado y finalmente asesinado, ha pesado mucho en su vida. Para bien o para mal: «Es probable que así sea porque mi familia es una familia conocida y mi tío fue, como sabe todo el mundo, un hombre de mucho poder en las islas. Un hombre de éxito. Sea como sea me siento orgulloso de ellos, lo que no sé es si ellos se sienten orgullosos de mi. Ya han pasado diez años, los que llevo en prisión, y siempre he sentido su apoyo. A mis hermanas las quiero, a mis sobrinos igual; la familia es importante siempre pero en momentos tan difíciles como los que he vivido, todavía más». A Fani ser campeón del mundo de Salvamento y Socorrismo le sirvió de mucho: «He pasado veranos organizando cursillos para los presos y eso me ha servido de mucho. A ellos y a mi. En cierta medida ha sido como un salvavidas para no ahogarnos nunca más, para saber llegar a la orilla...». Fani Fuentes trata de normallizar su vida en Las Palmas y su familia y sus amigos lo lo apoyan para que finalice su carrera.

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