Entregado al aikido en cuerpo y alma
¿Quién no se ha sentido impresionado por el efectismo visual de Bruce Lee o Chuck Norris? ¿Qué pequeño, ya entrado en la cuarentena, no ha tratado de emular a Steven Seagal? Lejos de la opulencia y los trucos de Hollywood, las acrobacias de los héroes de la infancia se basan en antiquísimas disciplinas japonesas como el aikido que Víctor Pulido domina a la perfección.
Pulido ha dedicado su vida a estudiar las artes marciales y a mejorar su técnica. Discípulo desde 1994 de Juan Febles, el profesional más reconocido en Canarias, ahora, tras más de 20 años, también es un referente en la docencia del aikido y el jiu jitsu, transmitiendo su sapiencia a más de 70 alumnos en Gran Canaria de todas las edades y condición en la capital y en el sur.
Miembro de la Federación Canaria de Judo y Deportes Asociados, este canario es 4º dan por la nacional y 3º por la japonesa (Aikikai), a donde se desplazó en 2005 para ampliar su dominio y absorber más conocimiento de la tradición nipona. También cuenta con experiencias en Alemania, Bélgica, a donde regresará en agosto, o en la península. «Soy profesor de jiu jitsu y aikido, pero desde toda mi vida he estado vinculado a las artes marciales. Por ejemplo, el pasado mes de junio estuve en Tenerife e hice un curso internacional de kyusho, con un maestro y referente mundial, el americano Evan Pantasi», afirma Pulido, en constante evolución profesional y vital desde la adolescencia. «Por circunstancias familiares al principio no pude practicar artes marciales en mi barrio, mientras que el resto de mis amigos sí lo hacían. Afortunadamente un día se abrió un pequeño gimnasio y comencé a hacer jiu jitsu. Lo que me llamó la atención del aikido es la calma, la energía y los movimientos tan naturales con la que se ejecuta».
Artes milenarios, Víctor desecha los prejuicios belicosos que puedan asociarse a disciplinas cuya ideología se basa en el respeto hacia el oponente. «Tanto el jiu jitsu como el aikido vienen de una cultura donde se impone la educación, la ética, el esfuerzo, y la disciplina, además del respeto por el semejante en todas las actividades cotidianas. Estas dos disciplinas, cada una con sus peculiaridades, reflejan cada uno de estos valores», afirma, al tiempo que defiende que la espiritualidad de estas artes marciales, que no solo ayudan a mejorar el físico, la salud, sino que ejerce un efecto liberador psicológicamente.
«Además del acondicionamiento físico y el conocimiento técnico, como profesor de aikido también trabajo la espiritualidad, que consiste en potenciar la voluntad, estar en alerta, mejorar la capacidad de decisión, además del conocimiento y el afán de superación de cada uno. El aikido es una disciplina que nos hace mejores personas porque trasmite valores fundamentales».