El sentido común
El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, participó esta semana en el Foro de CANARIAS7 y en el transcurso de su intervención hizo un llamamiento al uso del sentido común en la toma de decisiones, algo que, por obvio, resulta llamativo.
Lo cierto es que Rivero lo dijo y bien está, y atendiendo al sentido común justificó su rechazo a las extracciones petrolíferas en aguas cercanas a Canarias, en la medida en que nuestra economía se sustenta, y así lo seguirá haciendo, en el turismo, un sector que continuará pujante en el futuro, al decir de los expertos; por tanto, no se justifica arriesgarse por algo que podría anegar nuestras costas, espantar a los visitantes y que, además, según ha reconocido el propio Gobierno central, tal y como está la normativa a día de hoy, no reportará ninguna riqueza a las Islas.
Es de sentido común, pues, alejarse de todo foco de peligro y resulta comprensible el discurso presidencial en lo que al asunto petrolero se refiere; sin embargo, no termina de cuadrarme, siguiendo la senda del sentido común, que en esa misma intervención, pocos minutos antes, Paulino Rivero apostase por la realización de las dos plantas regasificadoras que se han proyectado para las Islas, una en Granadilla y la otra en Arinaga, por cuanto tales instalaciones también entrañan riesgos y se ubicarán a pocos metros de centros poblados, aunque en el caso de Gran Canaria terminen llevándosela a La Isleta, a la vista de que en Agüimes hay un alcalde claramente beligerante contra tal proyecto y en Las Palmas de Gran Canaria, por contra, hay otro dispuesto a aceptar la propuesta, aunque ello pase por seguir convirtiendo a la península de la capital grancanaria en el trastero de la isla.
Así las cosas, bueno sería que el sentido común primase en todas las decisiones y no se redujese a un recurso dialéctico que desmereciese otras pretensiones y reivindicaciones que se sustenten en él, como, por ejemplo, por seguir en la conferencia de Paulino Rivero, reclamar el abaratamiento de las tarifas aéreas entre Canarias y la Península en bien de la cohesión del Estado, porque la carestía no posibilita los encuentros y sin estos se generan desafectos.
Es de sentido común, igualmente aspirar una sociedad bilingüe, a la diversificación e internacionalización de la economía canaria, mejorar la conectividad e innovar el tejido productivo. Es tan de sentido común que no se entiende como después de tantos años que venimos oyéndolo ni se haya hecho, ni se hayan activado los mecanismos para lograrlo.
También es de sentido común, paso ahora al proyecto de Presupuestos Generales del Estado, que una comunidad tan deprimida como la canaria reciba atención preferente y no justo lo contrario y que, con una tasa de paro del 32%, tenga que soportar el escarnio de quedarse sin un euro para el Plan Integral de Empleo. Van a tener razón los que dicen que el sentido común es el menos común de los sentidos en lo que llaman política.
