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El Renacido

Jueves, 1 de enero 1970

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Me permito la licencia de transcribir el comentario que ayer me hizo mi amigo y compañero Quique cuando íbamos de camino al tramo de calificación del Rally Islas Canarias Trofeo El Corte Inglés. «Este rally parecía que iba a morir y al final mira como han cambiado las cosas. Hay más coches que nunca», decía exhausto mientras subíamos una ladera con Arcadio a la cabeza sorteando tuneras, tabaibas y, sobre todo, muchísima gente.

Y es que, un año más, arrancaron los motores de la prueba automovilística más importante del Archipiélago y lo ha hecho por todo lo alto, con una parrilla de vehículos de auténtico lujo y una afición que demostró tener unas ganas enormes de fiesta, olor a gasolina y el escándalo de motores a escape libre. Me atrevería a decir que tenemos en Gran Canaria el espectáculo deportivo que más espectadores congrega en directo y para muestra un botón. Se celebraba el tramo de entrenamientos, calificaciones y shakedown y las cunetas y laderas del entorno del Cenobio de Valerón se abarrotaban de personas para ver en directo a los que lucharán con el cuchillo entre los dientes por las carreteras de nuestra Isla.

El Corte Inglés, como siempre será reconocido por los aficionados, es un veterano ya cuarentón que está disfrutando en estos momentos de su segunda juventud y hay muchos nombres propios a los que la afición tiene que dar la gracias. Y entre todos ellos habría que resaltar uno con letras mayúsculas como es el de Luis Monzón. El piloto de Santa Brígida se ha echado a la espalda esta prueba en el peor momento de su historia, con un país inmerso en la peor crisis económica que se recuerda y el casi olvido de las instituciones públicas. Pero él se empeñó en que había que sacar el rally adelante y así lo consiguió. Con un formato diferente, trayendo a leyendas mundialistas para no perder interés y repercusión, pero a la espera de tener el impulso suficiente para dar de nuevo el salto al IRC. Y sí, el bueno de Luis ha obrado el milagro con el apoyo de muchos públicos, anónimos y, sobre todo, una afición que nunca le dio la espalda a la prueba más emblemática de las Islas.

Ahora toca saborear de este pedazo de rally, El Renacido, si utilizamos un símil cinematográfico. Bien por los organizadores, las instituciones y los patrocinadores. Pero como no, los miles y miles de aficionados que verán en directo los coches merecían este esfuerzo. Llegó la hora, que lo disfruten.

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