«El placer infantil del mar se quedó en el alma de Sorolla»
Dice que Sorolla transmite felicidad. Quizá por ello, la directora del museo dedicado al pintor habla con tanto entusiasmo del artista. En esta entrevista, Consuelo Luca de Tena da algunas claves para entender mejor la exposición que acoge San Martín Centro de la Cultura Contemporánea.
¿Es difícil sacar obra del museo? Para sacarla hay muchos problemas por resolver, pero la voluntad del museo es dar a conocer más a Sorolla, porque es un pintor muy popular, pero, por ejemplo, el Museo Sorolla aunque en Madrid es el cuarto museo en importancia fuera no se conoce tanto como merecería. Sorolla fue popularísimo en vida pero, a raíz de su muerte, como la crítica de arte ya se ocupaba de las vanguardias, tuvo un eclipse temporal, un oscurecimiento de su figura. Pero ahora Sorolla está resurgiendo con mucha fuerza porque, en perspectiva, se ve mucho mejor su verdadera importancia y, desde luego, el museo quiere sacar la obra de Sorolla, aunque no puede estar itinerando permanentemente. Esta exposición es excepcional. Tendrá cinco sedes y son muchas. Desde el punto de vista de la conservación hay que ir con muchas precauciones, pero la voluntad del museo es allanar caminos, no poner trabas para que la obra de Sorolla se pueda disfrutar y se pueda conocer.
¿Qué ha permitido calibrarlo realmente? Cuando Sorolla empieza a pintar, ya está consumado el fenómeno del expresionismo. Sorolla convive con el cubismo, el postimpresionismo; Matisse, Van Gogh, las vanguardias, el dadaísmo... En su época se veía que la pintura tenía muchos ámbitos posibles. Unos entraron en la vanguardia y otros se mantenían en una tradición más académica e innovaban de otra forma. Sorolla fue un gran innovador y cuando vemos con perspectiva lo que fueron las vanguardias, estamos en condiciones de entender la verdadera fuerza de la pintura de Sorolla, su calidad. Su pintura es una alternativa. No es como nos han querido hacer creer años atrás que el que no estaba con las vanguardias no era nadie. No, ahora se reconoce a muchos pintores de la época de Sorolla que se mantuvieron en la tradición naturalista, y se les reconoce una importancia enorme en la historia del arte que se aprecia cada vez más.
¿La mayor parte de sus marinas están aquí? La producción de Sorolla relacionada con el mar es la más abundante de su repertorio. El Museo tiene menos cuadros de mar en proporción a los que hizo en el conjunto de su obra porque, precisamente, eran los más vendidos. Los cuadros que hay en el Museo son los que estaban en la casa de Sorolla a su muerte, y eran, o bien cuadros que no se habían vendido o cuadros que Sorolla nunca quiso vender. Por eso, en el Museo están algunos de los mejores cuadros de mar de Sorolla, pero no tantos como en el conjunto de sus obras. Se los quitaban de las manos. Algunos de los cuadros de esta exposición son cuadros que, aunque los expuso, no los quiso vender.
¿Por qué cree que prestó tanta atención al mar? Sorolla nació al lado del mar. Creo que para los niños, sobre todo el que ha crecido al lado del mar, ese placer y esa libertad son inolvidables... Yo soy de Madrid, y cuando me llevaban al mar, era una maravilla; la ingravidez, la libertad... Eso se quedó en lo más profundo del alma de Sorolla; ese recuerdo del mar como placer, probablemente, le estimuló mucho. Hay otro aspecto importante porque Sorolla, como pintor naturalista, acepta todos los retos que la naturaleza le plantea, y si hay un elemento natural difícil de pintar ese es el agua porque no está nunca quieta, su interacción con la luz es continua, está en una metamorfosis permanente y tiene reflejos, transparencias, fenómenos ópticos muy difíciles de captar. Eso para él era un reto y se aplicó deliberada y conscientemente para dominar la pintura del mar con mucha constancia y método; haciendo muchísimos pequeños estudios. Cuando hace estos apuntes, Sorolla ya es un pintor famoso. Ya ha hecho las grandes exposiciones y ha recibido premios en París, pero sigue actuándo como si fuera un estudiante, haciendo mano para dominar la pintura del agua, que es una materia muy difícil.
Su producción fue amplia. ¿Le angustia, como directora del museo, que haya tanta obra en venta? (Risas) Queda mucho Sorolla por descubrir, e irá apareciendo poco a poco. Para mí es un placer cuando se da a conocer una obra de una colección particular que no era conocida. Da alegría. La colección del Museo Sorolla está muy bien; tenemos 1.400 obras de unas 4.500 que se conocen en el mundo. No está mal que sea disfrutado por particulares, aunque estaría muy bien que fuera disfrutado por todo el mundo. Ahora se compra arte con un sentido de inversión, pero en la época de Sorolla el que compraba no era para especular, sino para disfrutarlo personalmente. Ese disfrute personal es muy legítimo. No me produce angustia. Lo que sí es tremendo es que esté alcanzando unas cotizaciones tan altas que al museo le es imposible acceder a obras que salen al mercado y menos en estos tiempos. No sé cómo sentaría a la población que el Ministerio de Cultura gastara 4 millones de euros en comprar un Sorolla con las necesidades que hay. No es momento de adquisiciones, pero no me quejo.