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El ladrón de flores tenía la llave

El ladrón de flores tenía la llave

Gaumet Florido

Jueves, 1 de enero 1970

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Era un secreto a voces. Había un ladrón de flores en el cementerio de San Gregorio. Cobraba por enramar las lápidas de familiares de personas que no pueden frecuentar el camposanto, pero parte de las flores las cogía de otros nichos. Los testigos dicen que es el mismo al que acaban de pillar con llaves del cementerio.

Las floristerías del entorno del camposanto de San Gregorio llevaban tiempo recibiendo quejas. Hace más de un año que les llegaban usuarios lamentándose de que les habían quitado los anturios, rosas, lilium o gerberas con las que habían adornado las tumbas de sus seres queridos. «A veces me entran llorando al negocio, sobre todo mujeres mayores», apuntaba una dependienta. Pero lo que no imaginaban era que el supuesto ladrón de flores tenía llaves del cementerio y hasta se había agenciado un pequeño cuartillo dentro del recinto para trabajar a su gusto pese a que se trata de una instalación municipal. Lo cierto es que lo han pillado, y aunque el Ayuntamiento de Telde no tiene pruebas de que fuera él el que robaba las flores, en el entorno de los que viven del camposanto no tienen dudas. Por lo pronto, el gobierno local ha mandado cambiar las cerraduras del cementerio.

El concejal del área, Agustín Arencibia, confirmó ayer que el viernes anterior a la celebración del día de los Difuntos los funcionarios de su departamento descubrieron a este vecino haciendo uso del cuarto que antaño hizo las veces de baño interior del cementerio y que, además, lo tenía ocupado con oasis (las piezas de corcho verde que se utilizan para pinchar las flores) y otros útiles típicos para la manipulación y fabricación de ramos. «De inmediato le mandaron desalojar las instalaciones y se cambió la cerradura del cuarto que estaba usando como suyo».

Pero con lo que no contaba el Ayuntamiento era con que este ciudadano tenía además llaves del portón de acceso al cementerio. Testigos presenciales lo vieron acceder al recinto a la una de la madrugada del viernes 30 de octubre al sábado 31. Llamaron incluso a la policía local, pero no pudieron acceder porque ya estaba dentro y no vieron nada raro, ni tampoco estaba la puerta forzada. Esos mismos testigos aseguran que se pasó la noche manipulando los jarros o vasos donde se colocan las flores. «Se oía en el silencio de la madrugada, aquí se oye todo».

Nada más tuvo ayer conocimiento el concejal de que, además, tenía llaves de acceso al cementerio, mandó a cambiar la cerradura, aseguró el también edil de Servicios, Arencibia.

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