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El imputado, un hombre que «no estaba completo»

Todas las iras están centradas en una sola persona: Juan Antonio Navarro. El hombre que presuntamente inició el fuego que ha devorado el corazón de la isla de Gran Canaria y al que por orden judicial tienen incomunicado en una celda. Esta medida responde a la necesidad de proteger la integridad física del imputado dentro de la prisión. En la calle, más de uno, si le cogiera «le lincharía», comentan en el pueblo de Tejeda.

Lunes, 20 de julio 2020, 06:42

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Pero la imagen de incendiario preocupado porque se le acababa el trabajo de vigilante no coincide con lo que cuentan los que le conocían. «Ese chico no estaba completo. De toda la vida de Dios». Así lo expresaba el responsable de un aceite y vinagre de Tejeda, lugar del que es originario Juan Antonio y en el que residía. El resto de consultados coinciden con distintas palabras. «Le faltaba media luna», «era un trabado», «una persona extraña», «un ignorante», «le faltaba un hervor».

Un amigo suyo, que prefiere no facilitar su nombre, aseguraba que Juan Antonio «no es mala persona». Lo define como un chico lento, que «tiene la mentalidad de un niño», lo que le hace «fácilmente controlable». Este amigo no se explica cómo le pudieron contratar de vigilante y apunta a la posibilidad de, si lo hizo él, que estuviera influenciado por alguien.

Sobre la familia de Juan Antonio Navarro sólo se oyen halagos. Su padre era una persona muy cultivada y querida en Tejeda, que falleció hace cerca de dos meses tras una larga enfermedad. Su madre, una mujer amante de los animales que recogía perros y gatos abandonados. Actualmente se encuentra en casa de unos familiares, muy afectada por todo lo que ha ocurrido con el menor de sus tres hijos.

No consta que Juan Antonio tuviera algún tratamiento psiquiátrico, aunque estaba aquejado de un problema de riñón que le obligaba a seguir un tratamiento.

Desde hace cerca de 10 años vivía con su novia. Actualmente ambos residían en una casa en Tejeda que es propiedad de los padres del imputado. Allí cultivaban una tierrita y tenían animales. A Juan Antonio no le gustaba echar productos químicos a sus cultivos y era una persona apegada a la tierra.

Tal vez por ese motivo su novia no puede evitar que se le llenen los ojos de lágrimas cada vez que se le menciona el incendio. «Ay, toda esa gente que se ha quedado sin casa, todo ese pinar quemado... Lo siento muchísimo». Afirma que el caso está bajo secreto de sumario y que le han prohibido decir nada a nadie, pero quiere dejar claro: «Si lo hizo él, se volvió loco, porque él no es así, de verdad».

La vergüenza, el sufrimiento por el dolor ajeno y por la tierra devastada tienen a esta mujer sumida en la desesperación. «Yo meteré la cabeza bajo tierra como un avestruz...», añade resignada.

Una boda aplazada dos veces

Dicen que las desgracias nunca vienen solas y en el caso Juan Antonio Navarro parece cierto. Su padre falleció hace cerca de dos meses y él y su novia decidieron aplazar su boda, que estaban planificando con toda la ilusión que un evento de estas características despierta en las parejas. Ahora, con la detención y encarcelamiento de Juan Antonio, el enlace previsto para después del verano vuelve a quedar de nuevo en el aire.

Conocido en Tejeda por el apodo de 'El pariente' (que nadie ha sabido explicar de dónde viene), Juan Antonio Navarro no tenía hasta ahora ningún tipo de antecedente penal.

La Guardia Civil asegura que terminó confesando al ser pillado en varias contradicciones en la versión que daba a los agentes del instituto armado. No derramó ni una lágrima entonces y no hay constancia de que las haya derramado después, cuando regresó a la zona con la juez instructora del caso para realizar una reconstrucción de los hechos. Según parece, no dijo nada a nadie antes de que comenzara el fuego.

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