El sueño de la Supercopa duró un rato. Al tercer cuarto ya era baño y masaje para un Barcelona que finiquitó la cuestión por la vía rápida y a base de triples y jugadas de catálogo. Un 15-30 demoledor en esta fase que, unido a la desventaja que se arrastraba del descanso (-9), terminó por reventar el electrónico. No quería más emociones el conjunto azulgrana, al que le sobró una eternidad para administrar esfuerzos, con Tomic ya en la reserva, y adornarse. Las noticias del Granca alcanzaron hasta el descanso. Más mal que bien se mantuvo en la pelea con chispazos de Omic y un poquito de Savané. No andaba ajustado el Barça y en el entretiempo aprovecharon los chicos de Aíto para sostenerse. Pura gelatina porque cuando quiso y de la manera que le apeteció, el favorito para ser finalista se dio un festín en el Martín Carpena.
El Herbalife cayó de una manera demasiado grosera en puertas de una temporada en la que persigue seguir en lo más alto del escaparate. Derrocar al Barcelona era de nota, aunque tampoco tiene un pase que, ante los ojos de toda España, terminara por dar una versión desteñida y anémica. Una pésima publicidad, sin duda, aunque el efecto de este trompazo pueda venir bien a la larga. Ante los hechos consumados que se produjeron anoche, no cabe otra que mirar al futuro sin más entretenimiento. Se le quedó anchísima la convocatoria al representativo. Dicho de una manera elegante. Porque tampoco sería justo entrar en análisis más detallados que ahondarían en la herida.
Hay cosas interesantes en este Granca. Dejando a un lado el correctivo, Pangos y Omic confirman su buen cartel. Al base canadiense le sobra aceleración y será cuestión de tiempo que adecúe sus velocidades al campeonato y a sus compañeros. De Omic quedan sus retos con Tomic o Lawal, siempre valiente y resuelto. Un tipo sin complejos que dará mucho porque imprime carácter, pide la pelota, mira al aro, pelea los rechaces.Con Galdikas lesionado y Rabaseda y Aguilar muy racionados, lejos ambos de lo que se espera de ellos, Pangos y Omic levantaron la mano. Falta que se una a la tropa Galdikas, incorporación de la que se esperan también aportaciones importantes y que, de momento, aguarda su turno por una lesión de la que se liberará pronto.
Salvando el 2-0 inicial, siempre anduvo a remolque el Herbalife, esforzado aunque impotente. Las dificultades extremas para anotar contrastaban con una ofensiva más fluida del Barça, al que no se le exigió especialmente. Doellman, con tres triples, y un Ribas entonado, bastaron para amansar a un Granca transparente. Tras el 13-16 del primer cuarto vinieron los minutos más decentes, desatado Omic y con un par de encestes de tres a cargo de Pangos y Salin. La discusión apretó a un 26-28 las diferencias. Ahí se paró el reloj.Todo lo que vino después fue una claudicación colectiva, alfombra roja para el abuso de un Barça que se quedó solo en la pista.
Las muñecas de Newley y Báez, siempre vitales para la suerte del grupo, apenas comparecieron. La cosecha del dominicano vino a abrirse cuando ya no había opción. Y Brad, definitivamente, no tuvo su mejor día en Málaga. Jugó menos de lo habitual y apenas miró al aro. Nada que ver con el australiano conocido por su pujanza y osadía. Báez y Newley son parte del escudo. Y un mal día de uno y otro es demasiado e insostenible.
Vino el descanso con una leve esperanza, ciencia ficción. Porque a las ganas que le siguió poniendo el Barça se juntó el tembleque en peso de todos. No hubo plan alternativo al monólogo culé, capitaneado por las bombas que pusieron, consecutivamente, Satoransky, Doellman y Oleson para un 35-52 que ya marcaba fronteras insalvables. Navegar con un -17 ante este Barça con hambre de gloria era una condena definitiva. Y, por si fuera poco, la defensa generosa trajo, igualmente, un cortocircuito de cuidado en ataque. El Herbalife no se movió de los 37 puntos durante varios minutos y el chorreo culminó en un 37-64 sonrojante.
El Martín Carpena asistió a una auténtica carnicería que no alcanzó mayores proporciones porque hubo piedad. Pascual dio minutos a meritorios como Eriksson, atracón el suyo para convertirse en el máximo anotador con 16 tantos, y se puso a pensar en la final con una antelación inusitada.
La penitencia para Aíto, en el banquillo, se alargó hasta el final. Sin fuerzas para levantar el ánimo a su gente, el cronómetro fue una tortura. Ni para hacer probaturas terminó sirviendo este ensayo oficial en Málaga. No valió el resultado, tampoco el rendimiento. Nada se salva de lo que trajo esta Supercopa. Pero el Gran Canaria está a tiempo de todo. Un borrón que, en unos meses, ha de pasar a anécdota. En manos de Aíto y los jugadores está.
Ficha técnica:
60 - Herbalife Gran Canaria (16+25+15+13): Pangos (13), Rabaseda (1), Salin (10), Báez (7) y Savané (12) -cinco inicial-, Oliver (2), Newley (4), Omic (8), Pauli (-), Kuric (2) y Aguilar (1).
88 - FC Barcelona Lassa (13+19+30+17): Satoransky (11), Abrines (10), Ribas (9), Doellman (14) y Lawal (-) -equipo titular-, Vezenkov (-), Tomic (7), Oleson (8), Arroyo (7), Perperoglou (2), Eriksson (16) y Diagné (4).
Árbitros: García González, Conde y Peruga. Sin eliminados.
Incidencias: Primera semifinal de la Supercopa de España disputada en el Pabellón José María Martín Carpena de Málaga ante unos diez mil espectadores.