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Gustavo es uno más en el día a día del Universidad. Ayer, sin ir más lejos, compartió un asadero con sus compañeros, soporte vital en un momento de extrema dureza. Fue en verano cuando desde la entidad le anunciaron que o se iba o no jugaba. No estaba fundamentada dicha decisión en cuestiones deportivas, es más, Almeida suspira por tenerle en su nómina. Era una cuestión económica. Es de los jugadores con salario más alto en el grupo, ahora esa es su penitencia. «Tuve una reunión a principio de temporada, y me dijeron que me dejarían sin ficha si me quedaba. El entrenador siempre me ha manifestado su deseo de contar conmigo, y los compañeros siempre me han arropado. Soy el primer sorprendido con esta situación», significa en medio del trance el lanzaroteño
Sumergido en un círculo vicioso, Gustavo solo se plantea un escenario. «Ahora tengo una fascitis plantar, y espero que a partir de enero ese tipo de cosas sean lo único que me impida jugar. Trabajo cada día con la ilusión de que en el mercado de invierno se reconduzca la situación y me permitan hacer mi trabajo. El míster me quiere y ha intentado hablar con el club para hacerles entender eso, esperemos que esto se arregle», comenta.
Texto íntegro en la edición impresa.
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