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El espíritu de la Casa de Colón

El espíritu de la Casa de Colón

Jueves, 1 de enero 1970

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La Casa de Colón celebra sus 60 años de existencia. Seis décadas en las que ha sido foco cultural de Gran Canaria y de las islas en general. Por ésta han pasado los más insignes intelectuales, sobre todo cuando en la capital grancanaria no había otro foro donde disertar.

El museo de la Casa de Colón es con diferencia el más visitado de Canarias. Puede presumir de que el pasado año más de 203.000 personas acudieron por un motivo u otro a la casona de Vegueta. Un edificio cuya historia se remonta a 1478, cuando Juan Rejón, conquistador de Gran Canaria, fundó el Real de Las Palmas, núcleo originario de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Entre los edificios que dominaban el paisaje por aquellos años, la Casa del Gobernador, por la que se supone pasó el descubridor Cristóbal Colón en 1942 de camino a América recaló en Gran Canaria en tres de sus cuatro viajes al Nuevo Mundo.

Aquel edificio es desde hace 60 años la Casa de Colón, un inmueble y una institución muy querida y valorada por los grancanarios. Su directora desde hace veinte años, Elena Acosta, asegura que el secreto del éxito, además de que hay un proyecto museístico sólido, es que «estamos en primera línea, tenemos un servicio al público» en el que están implicados los 25 trabajadores de la Casa de Colón, dependiente del Cabildo de Gran Canaria. Y, todos ellos, hacen gala de «un plus, de amar lo que haces. Aquí no hay el funcionario tipo», o por lo menos no se corresponde con la idea generalizada que de los trabajadores públicos tiene una parte de la ciudadanía.

En esta misma línea se expresa Alicia Bolaños, jefa del Servicio de Museos del Cabildo grancanario. «Hay un voluntariado cultural» que se torna imprescindible tanto en la Casa de Colón como en el resto de museos insulares ya que, reconoce, «los recursos del Cabildo se han quedado pequeños». Cuando Bolaños habla de «voluntariado cultural» se refiere a que «para que esto funcione no se pagan horas extras y cada dirección, de alguna manera, está enamorada de su museo», haciendo gala de «una gran sensibilidad». «Y yo intento que todo esté dentro de la legalidad». Además, en la Casa de Colón hay «conciencia de grupo», dentro de una red insular de museos, en la que «todos son importantes».

A juzgar por estas palabras, pareciera como si en la Casa de Colón reinase un ambiente especial. Si es así, si existe el espíritu Casa de Colón, lo encarnan Juan Díaz Quintana, jefe de mantenimiento y 37 años trabajando en la institución; o Ángeles Pérez Reyes, once años en la Casa e integrante del área de Conservación y Catalogación del fondo de bienes culturales; o Loly García, que lleva 23 años atendiendo al público; o Jennifer Godoy, responsable del departamento de Educación y Acción Cultural y con 9 años de antigüedad... entre otros muchos profesionales que hacen posible que la Casa de Colón afronte sus 60 años de existencia en plena forma.

Para Loly García, por ejemplo, el gran reto es «que la gente entre en la historia del museo», algo que ha intentado mil y una vez, ya que gran parte de sus 23 años en la Casa de Colón los ha pasado en la entrada del museo. «Hay gente interesada por Colón, otros por el atractivo de la casa, y hay gente que sólo viene a hacerse una foto». Todos son bien recibidos. Dice García que tiene «una relación muy especial» con la institución para la que trabaja. En la Casa de Colón «estoy encantada, y es muy reconfortante seguir atendiendo al público y, con habilidad, integrarlo; que luego, al final de la visita, se quieran hacer una foto contigo y te la envíen después, o que te feliciten por Navidad... Me encanta servirle a la Casa», asegura, pero no deja de remarcar que, ante todo, «lo más importante siempre es el visitante».

El resto de personal de la Casa de Colón intenta lo mismo en sus campos de acción. Con 4.000 obras de arte registradas, entre pinturas, grabados, esculturas y muebles históricos, Ángeles Pérez, del área de Conservación y Catalogación, intenta junto al conservador del museo que los bienes culturales estén en perfecto estado y que buena parte de ellos sean visibles al público, ya sea en las instalaciones de la propia Casa como cuando se realizan préstamos a otros museos. Pero, como no hay compartimentos estancos, Pérez también colabora «en la gestión del Coloquio de Historia», una de las actividades estrella de una institución cuya gran finalidad es ahondar en la historia canario-americana para después darla a conocer a los ciudadanos.

Para Elena Acosta, la directora, «el prestigio viene de la independencia» con la que siempre han trabajado, que ha hecho posible trabajar para que la Casa de Colón «sea de todos», algo que Acosta cree que se ha logrado con creces. La Casa de Colón «de los historiadores, de las dos universidades canarias, de los visitantes... de todos». Algo que se logra cumpliendo con las tareas de «catalogación, restauración y mantenimiento del patrimonio que tenemos para futuras generaciones», pero también llevando a cabo actividades de investigación y de difusión. Público e investigadores unidos, quizás sin saberlo, por un museo que se siente «abierto, al diálogo, a la variedad, y a la altura de los tiempos».

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