Detrás del escenario
Alfredo era metódico y muy disciplinado», rememora Carmen Kraus, hermana del tenor grancanario. Sabía que su voz era su principal instrumento y la cuidaba con mimo. «A Alfredo le gustaba comer bien, pero sin excesos. Para comer solía tomarse una copa de buen vino tinto para acompañar. Como mucho, alguna vez se tomaba un orujo como digestivo», asegura su hermana. Incluso, comenta que de adolescente Kraus fumó de forma esporádica. Durante las actuaciones, en los entreactos, «se solía comer media manzana» para reponer fuerzas y al final de las óperas y de los conciertos bebía «mucha agua fría, casi helada», que le ayudaba a recuperarse del esfuerzo.
Era tal el dominio y la técnica que poseía que era capaz de sacar adelante óperas y recitales cuando apenas tenía voz para hablar. «Recuerdo una vez que iba a actuar en Frankfurt. Apenas podía hablar por una afonía. Pero al final cantó y estuvo fantástico. Se concentraba mucho más de lo habitual y cantaba sobre el fiato. Eso sí, cuando acababa, de nuevo seguía sin poder hablar». Para Kraus, suspender una actuación era algo que no entraba entre sus planes, salvo causas de fuerza muy mayor, según recuerda su hermana, que asegura que «jamás bajó una nota un semitono o un tono, como hacen a veces algunos cantantes cuando no pueden llegar».
Estas anécdotas podrían agigantar la imagen de una persona muy estricta, seria, fría y distante que desde algunos sectores siempre se ha querido dar de Kraus. Pero en su entorno acaban con esta leyenda con rapidez. «Alfredo era muy entrañable y simpático. ¡Contaba unos chistes buenísimos! Lo que pasa es que ante personas a las que no conocía de nada, era más retraído. Recuerdo cómo me decía: Es que algunas personas pretenden que haga payasadas cuando se cruzan conmigo».
Sobre la presunta frialdad sobre los escenarios del tenor grancanario, Carmen Kraus se muestra tajante. «Para cantar Werther y muchas otras óperas como lo hacía Alfredo es imposible ser frío sobre el escenario. Eso sí, él repetía constantemente una máxima: No te tienes que dejar dominar por la emoción, tú tienes que dominar la emoción en todo momento».
Para la hermana y agente del universal cantante isleño, estas leyendas negras sobre los artistas son muy habituales y en la mayor parte de las ocasiones tienen muy poco de ciertas. Recuerda, por ejemplo, cuando Kraus coincidió con la mítica María Callas en Lisboa, en la única ocasión en la que, «por motivos de agenda», pudieron compartir escenario. «Era todo una leyenda negra. María Callas se portó estupendamente con Alfredo y con todos los que estábamos con él. ¡Y eso que él estaba empezando y era casi un desconocido!».
Carmen Kraus recuerda que su hermano Alfredo era muy cuidadoso a la hora de estudiar sus papeles. «Muchas veces, no estudiaba al piano. Me acuerdo de verlo sentado en un sofá, concentrado y con la cabeza apoyada en su brazo. Estaba memorizando las notas, repasándolo todo con sumo cuidado. Además, tuvo la suerte de tener en Italia un buen repasador de notas, que es algo muy importante y difícil de encontrar», comenta Carmen Kraus en su casa de la capital grancanaria.
La menor de los Kraus recuerda que comenzó a trabajar como agente de su hermano en los años 70. «Me daba total libertad, una confianza plena y así es muy fácil trabajar. Si yo veía que algo no le convenía, se lo decía. Él, a veces, se tomaba un par de días para pensarlo y después tomaba una decisión. ¡Y por lo general coincidíamos!». Carmen sólo llevó a su hermano, «aunque tuve la oportunidad de tener una amplia cartera de artistas. Pero no me interesaba». Reconoce que el negocio de la música es muy complicado y carece del glamour y la delicadeza que reina sobre el escenario, ya que el dinero lo «marca todo» y ahí muchos tiburones.
