Del Director. Una victoria en vísperas de la precampaña
La alcaldesa de la capital grancanaria, Josefa Luzardo, le ha ganado la partida a los policías locales. Si no a todos, sí a quienes abanderaron en su día un conflicto laboral que ha tenido su secuela, como las películas de éxito, en las reivindicaciones de los bomberos. La Justicia le da la razón a la alcaldesa, que llega así a la precampaña con una victoria bajo el brazo y crecida en argumentos y en ánimo para mantener el pulso con los bomberos.
No las tenían todas consigo en el entorno de la alcaldesa. Temían que la denuncia del colectivo policial acabara con una condena de la dirigente popular, con el consiguiente coste político y el descrédito que ello supondría ante el grueso de trabajadores municipales y, por extensión, ante los ciudadanos. Ayer, cuando se conoció el auto judicial, en los despachos del grupo de gobierno respiraron aliviados. Luego, tras coger resuello, se dieron ánimos unos a otros y todo apunta a que hoy estarán intratables en el pleno municipal. Después de todo, tienen derecho a su particular día de gloria.
Así las cosas, Luzardo va acabando el mandato como ella desea: sin un borrón en su historial. Le ha salido el Carnaval a base de aplicar la sencilla fórmula de la prudencia, esto es, de evitar los inventos cuando se sabe que la fórmula de años anteriores funciona razonablemente bien. En lugar de caer en la tentación de querer innovar, con lo que ello supone de riesgo, Luzardo apostó por unas fiestas carnavaleras que fueran una réplica de lo mejor de años pasados. Los experimentos se los apropió el Ayuntamiento santacrucero con el inefable Rafael Amargo y ya se sabe cómo acabó la cosa: con Miguel Zerolo amagando con no pagar el elevado caché del bailarín y con éste llorando en los platós televisivos porque, según afirma, en Tenerife lo llamaron «godo hediondo» (sic).
Por delante, y hasta final de mandato, Luzardo tiene un Festival Internacional de Cine que le permitirá fotografiarse con la izquierdosa Susan Sarandon y Ed Harris, ese eterno actor secundario que se come literalmente en pantalla a los protagonistas, y una inauguración de postín: el remozado Teatro Pérez Galdós, que sale adelante ?las cosas como son? gracias a la cabezonería de la propia alcaldesa, así como la indulgencia de las administraciones a la hora de descatalogar un bien protegido. En la manga, la alcaldesa se guarda alguna carta sorpresa para calentar aún más a su favor la precampaña, en la que, a buen seguro, patrimonializará convenientemente logros como la compra de El Confital, el derribo del scalextric y un puñado de zonas verdes en la parte alta de la ciudad.
Para ser justos, hay que dejar constancia de que no todo ha sido perfecto en el balance del PP municipal. Les ha faltado en ocasiones sensibilidad social y les ha sobrado indulgencia con algunos de sus propios concejales, pero esas lagunas, que perfectamente podría haber explotado la oposición, pueden pasar sin pena ni gloria precisamente por la dejación de unos partidos que llegan al final de la legislatura faltos de fuerza, con Nardy Barrios navegando en solitario y con Néstor Hernández buscando en la brújula del PSC a un Jerónimo Saavedra que parece perdido en un palco de la Scala de Milán.
