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De nacionalismos, equilibrios e ideologías

De nacionalismos, equilibrios e ideologías

Jueves, 1 de enero 1970

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Carmen Suárez es la número dos de la coalición PP-CCN al Senado por Gran Canaria. Hasta aquí todo normal, si no fuera porque la candidata concurrió, hace seis meses, a las elecciones municipales como número cuatro de CC-CCN en Las Palmas de Gran Canaria, con Jorge Rodríguez encabezando la plancha.

Rechaza cualquier trasfondo maquiavélico en estas alianzas y otorga categoría de «lógica» a la estrategia de pactos diseñada por su formación política. A su juicio, se puede ser nacionalista, de centro, apoyar a Coalición Canaria en el Parlamento de Canarias y al Partido Popular a las Cortes y hacer convivir todas esas situaciones «porque no tienen nada que ver». La candidata al Senado destaca que el CCN «dice a priori lo que va a hacer, presenta un modo nuevo de hacer las cosas».

Y con ese perfil político y con las encuestas a favor, quiere ser parte de la «savia nueva» que necesita la Cámara Alta para regenerarse y ser un verdadero foro de representación territorial, «que dirima cuestiones que no deben pasar por el Congreso».

Es en ese espacio Suárez donde quiere defender la reforma del Estatuto de Autonomía como símbolo del compromiso del Estado con las Islas, el cumplimiento del REF para que las inversiones en el Archipiélago se equiparen a la media estatal o el apoyo en Bruselas para mantener la implicación de la UE con la Comunidad.

Por todo ello, Carmen entiende que estas elecciones «son muy importantes» ante las que «el electorado no se puede relajar con encuestas como la del CIS». De la mayoría absoluta depende, señala, realizar las reformas necesarias del mercado laboral o de las administraciones públicas «sin tener que dar cuenta a otros partidos».

Madre de dos «tesoros de la corona» que ya son universitarios, considera «injusto» y «machista» que se relacione su candidatura al Senado con los acuerdos cerrados por los nacionalistas con José Miguel Bravo de Laguna en el Cabildo de Gran Canaria y que han llevado a su marido, Juan Domínguez, a ser parte del Grupo de Gobierno. LLeva 23 años casada, más de la mitad de su vida, y lamenta que no se le pregunte más por quién es ella o cuál es su trayectoria en política. Se muestra segura al afirmar que su designación obedece a «méritos propios» porque ha trabajado mucho.

Como también lo hizo en la empresa familiar a la que se dedicó durante años en un paréntesis de la actividad pública. En ella, apunta que «pasé noches sin dormir pensando en cómo pagar las nóminas».

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