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Europa Press
Jueves, 1 de enero 1970
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Dar a los más pequeños un máximo de dos helados a la semana, preferiblemente polos de hielo y después de las comidas, y programar actividades que ocupen su atención y manos durante los 'tiempos muertos' en casa, son algunas de las claves aportadas por la endocrinóloga pediatra del Hospital Quirónsalud San José, Andrea Bartucci Schamir, para evitar que los menores engorden durante el verano. Y es que, las vacaciones suelen conllevar una relajación en los hábitos que los más pequeños siguen a lo largo del curso escolar. Una atenuación en las reglas que afecta, además de a los horarios o a las actividades cotidianas, a la alimentación. "Hay que tratar, en la medida de lo posible, que las vacaciones no supongan una drástica interrupción de las costumbres alimentarias de los niños", ha aconsejado esta especialista en obesidad infantil. Por ello, ha destacado la importancia de fomentar que anden una hora tras el desayuno y otra tras la cena, incrementar la intensidad diaria en la piscina y darles de bebidas de forma habitual, especialmente agua. "Si se siguen estas pautas será mucho más fácil la adaptación posvacacional", ha zanjado Bartucci.
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