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Cuando un empate se celebra (1-1)

Cuando un empate se celebra (1-1)

Jueves, 1 de enero 1970

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Entorno inmejorable y partido trascendental. No tanto en la cuantía de los puntos como en la influencia clasificatoria. Un escenario así corrobora inercias y bendice aspiraciones. Sin embargo Las Palmas, que sigue sin volver a perder, evidenció más incógnitas que certezas con la involución de su juego.

Las Palmas pisó El Molinón con intenciones reivindicativas. Lobera repitió alineación. No había motivo para el cambio tras la exhibición contra el Córdoba. Hernán se había ganado la continuidad junto a Nauzet a pesar de que Javi Castellano ya esperaba en el banquillo. Vitolo volvió tras cumplir castigo contra el Rayo, por lo que se presentaba la alineación de gala frente al Sporting. O al menos, la que más méritos ha demostrado.

Nueve semanas sin perder. Tiempo y estadísticas suficientes para ganarse el respeto en Gijón. Sin embargo el partido comenzó con las pulsaciones asturianas altas, sin importarle la carta de presentación rival. Tardó solo dos minutos el Sporting en protagonizar una clara ocasión de gol con el remate de Billic al larguero. El equipo de Lobera, contemplativo e impreciso, se limitaba a defender a Barbosa por acumulación. A la desesperada. Era lógico el brío inicial del equipo de Sandoval, huyendo de los puestos de descenso. Lejos de su condición natural.

Tras cinco minutos de asedio llegó la primera oportunidad grancanaria. Vitolo asistió en profundidad a Thievy, que entre dos rivales tiró como pudo. La defensa local se movía a manivelas, por lo que era fácil adivinar que cualquier balón en profundidad sería un reguero de pólvora. Borja, entonces, desvió a córner antes de que el balón pusiese a prueba a Juan Pablo. Era el vaticinio inesperado de lo que sucedería. El Sporting siguió martilleando el área amarilla -ayer de negro-, mereciendo el gol por reiteración. Billic, otra vez de cabeza, probó el palo derecho de Barbosa, pero esta vez el remate se despidió por centímetros. Fue la segunda ocasión en la que casi canta gol la grada, de uñas con los suyos.

Sumido en la negrura, el campo se convertía en un latifundio para Las Palmas. Su juego se perdía en la espesura mientras el Sporting desnudaba las carencias de Lobera por las alas, lo que hacía imposible el esfuerzo de Nauzet y Hernán, descabezados en el centro del campo tratando de taponar la hemorragia. Las Palmas era un sucedáneo de sí mismo cuando se alcanzó la media hora. Lo mejor por entonces: la intrascendencia del marcador, la precipitación del Sporting. Billic pudo haber metido su triplete imaginario tres minutos antes del milagro, pero su falta ajustada a la derecha fue de nuevo intervenida por Barbosa.

Pero este equipo está bendecido y Vitolo hace una bomba con un chicle. Un balón cualquiera, un despiste del Sportig, fue el prólogo de otra gol trascendental. Su cuarto consecutivo. Cabalgó con la portería entre cejo y cejo medio campo, burlando como un guiñapo al denostado Gregory, antes de superar a Juan Pablo por la única grieta que dejó sin tapar con la zurda. Un gol de la nada, del sentido del oportunista de este Vitolo que cotiza a un grande. Es de Primera.

No varió el partido tras esta trascendental anécdota. Las Palmas siguió jugando a trompicones, desaliñado, y cuando se lo permitían. La historia no varió tras el descanso. No tribuló en empeño el Sporting, que con mirada enrojecida, aculó a Las Palmas de nuevo en los primeros minutos con peligrosas aproximaciones de Billic. Pero sin la precisión que concede la tranquilidad.

error de Lobera. Con mantener la tensión y guardar las compostura parecía bastarle al equipo de Lobera para fiscalizar la renta mínima. Pero, por si acaso, el técnico dio entrada a Javi Castellano por Guerrero. Era demasiado pronto y la traición al libro de estilo tuvo su castigo de inmediato. Desfigurada la Unión Deportiva, el Sporting normalizó el encuentro con un gol que incluso se quedaba corto computadas las oportunidades en cada área. Carmona volvió a estrellar el balón en el larguero con un lanzamiento desde las antípodas antes de que David Rodríguez marcase en el minuto 60. Aprovechó un mal despeje de Barbosa a tiro del canario Mandi para igualar. Pero, sin embargo el miedo a ganar a, o a perder lo conseguido, aturulló al Sporting y facilitó el trabajo de Las Palmas, conforme con el empate ante un candidato desvirtuado por la precipitación. Las Palmas juntó líneas, giró el reloj de arena, y se limitó a tirarle piedras a Chrisantus y Thievy para que cincelasen algo de peligro que intimidase los impulsos del anfitrión. El galo tuvo el triunfo en sus botas en un mano a mano ante Juan Pablo, pero se le bajaron las persianas. Aunque El Molinón justifique el punto, la UD sigue manufacturando, demostrando que en Segunda no es imprescindible jugar al fútbol si tienes a Vitolo.

Ficha técnica:

Sporting: Juan Pablo, Luis Hernández, Gregory, Borja López, Mandi, Nacho Cases, Trejo (De las Cuevas, m.83), David Rodríguez, Bilic (Sangoy, m.79) y Carmona (Hugo Vieira, m.65).

Las Palmas: Barbosa, David García, Deivid, Murillo, Dani Castellano, Hernán, Nauzet, Momo (Chrisantus, m.68), Thievy, Javi Guerrero (Javi Castellano, m.58) y Vitolo (Sergio Suárez, m.90).

Goles: 0-1, m.39: Vitolo; 1-1, m.59: David Rodríguez.

Árbitro: Arias López. Mostró tarjetas amarillas a Borja López (m.9), Hernán (m.36), Nauzet (m.42), Thievy (m.59), Gregory (m. 84), Luis Hernández (m.85), David García (m.89).

Incidencias: Alrededor de 14.000 espectadores.

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