Cuando la travesía retó a las olas

IBÓN S. ROSALES

El kayak se ha convertido en un artilugio para hacer mucho más que pasear por las tranquilas aguas. Alejandro Rueda, aficionado a este deporte, cuenta sus pormenores y su pasión por el mar y las olas. Una disciplina que puede ser muy peligrosa si no se practica con las medidas de seguridad y respetando a los bañistas.

El kayak surf pasa de ser un extraño en las playas canarias para convertirse en la gran afición de unos pocos, que dejan a todo el que lo ve sorprendido. Aunque Alejandro Rueda aprendió de forma autodidacta, sí recomienda a la gente practicar el deporte con mucha precaución, cuando no hay bañistas y sobre todo con las medidas de seguridad: «Siempre uso casco y chaleco salvavidas».

Este sevillano-canario, que tiene que viajar prácticamente todas las semanas a Madrid por trabajo, coge el kayak siempre que quiere desconectar y relajarse. «No me gusta la playa para tumbarme a coger el sol, me gusta para hacer deporte», admite Rueda.

«Yo iba a pasear con el kayak y siempre me llamaban la atención las olas hasta que un día probé. Me di un castañazo...», dice entre risas. Pero fue ese día, en la ola que sale en la zona de la Barra en Las Canteras, cuando empezó a direccionar bien con el barco y el remo. «Se puede hace surf con cualquier kayak, pero los de surf te permiten direccionar mucho mejor porque tienen quillas», explica sobre las palas de timón que se encuentran en los bajos del kayak para dirigirlo.

«La verdad que son estupendos para pasear, puedes llevar a los niños. Son muy divertidos», comentó. Alejandro Rueda suele surfear en la Puntilla, aunque el día que no le apetece sale directamente a pasear, «haces mucho brazo, es muy buen ejercicio».

El esquimotaje. Cuando los kayak cerrados vuelcan, el cuerpo se queda debajo del agua y es complicado salir a la superficie sin el barco. Eso implica que la embarcación cerrada, (esto es solo en el caso de los kayak cerrados) se llena de agua y hay que sacarla para vaciarla, «total, un rollo tremendo» añade Rueda. La maniobra de esquimotaje consiste en, con el remo y los impulsos corporales necesarios, darse la vuelta para subir a la superficie sin salirse de la embarcación. «Es complicada si no te la enseñan y sobre todo si no la practicas en piscinas», explica Rueda.