Correa trabajaba 25 horas para un "absorbente" PP
Sagrario Ortega - EFE
Viernes, 14 de octubre 2016, 01:00
Se esperaba más de la confesión de Francisco Correa, el presunto líder de la trama Gürtel, en el juicio del caso. Sus primeras horas de declaración solo han sido una explosión controlada que ha salpicado a unos cuantos y en la que se ha inmolado para defender a su gente, para seguir apoyando «causas débiles», según ha dicho. Armado con el escrito de acusación, de 500 páginas, y con ayuda de agua y refrescos para pasar el trago, Correa, impecablemente vestido y muy tranquilo, comenzó a declarar cuando faltaban cinco minutos para las once y con la intención, reiterada durante su testimonio, de decir la «verdad absoluta». Pero también, y aún reconociendo los hechos que le mantuvieron cuatro años entre rejas, con el deseo de «esclarecer y aclarar» algunos «errores» de la acusación que «no se corresponden con la realidad». Y así, se ha empleado a fondo en su intento de convencer al tribunal de que la actividad de su holding empresarial ha sido intachable; es más, «limpia y clara», en palabras suyas. Una actividad que desliga totalmente de la personal, de los sobres que entregaba a los políticos. «La relación con los políticos sólo la tenía yo. Quedaba con ellos y les daba el sobre», ha respondido escueto a la fiscal cuando le ha preguntado cómo hacía esas entregas. Sólo él, y nadie más que él, lo hacía. Y solo él es el responsable de las supuestas irregularidades. Los otros solo cumplían sus órdenes, ha resaltado Correa en un ejercicio por exculpar a otros acusados de su grupo, hasta el punto de que ha reconocido sentir «pena» por verles en el banquillo. Un banquillo en el que él sí se sienta con todas las de la ley. «Habré cometido un delito importante, porque estuve cuatro años en la cárcel y ahora en el banquillo», ha clamado Correa antes de reconocer que sólo era consciente del delito contra la Hacienda Pública. De cohecho y prevaricación, ni había oído hablar. Correa, que en la etapa de José María Aznar al frente del PP estaba más en Génova que en su oficina y trabajaba 25 horas diarias para un «absorbente» partido, ha confesado lo que le costó que el extesorero de esa formación Luis Bárcenas, también en el banquillo, contara con él. Ese hombre «muy duro y muy serio» le fue «dando juego» y recibió, como otros muchos, «dádivas» del empresario.