Condenado por tontear con las amigas de su hijo menor en Tuenti

Un teldense de 39 años ha aceptado año y medio de prisión por contactar con una menor a través de internet con fines sexuales, consumando un caso de grooming: se metió en las redes fingiendo ser menor y contactó con las amigas de su hijo. Acabó viéndose a solas con una niña de 13 años.

El Juzgado de Instrucción número uno de Las Palmas dictó en pasados días la sentencia que condena a año y medio de prisión a un vecino de Telde de 39 años por obligar a una menor de dieciséis a participar en un comportamiento de naturaleza sexual (artículo 183 bis del Código Penal). Según detalla la sentencia, en 201, cuanto tenía 37 años, el imputado se introdujo en la red social Tuenti «aprovechando la lista de contactos de su hijo menor, se relacionó on line con varias niñas haciéndose pasar por un joven o una joven de 17 años y se ganó la confianza de una niña de 13 años, con la que acabó viéndose en dos citas tras reconocerle que no era un niño sino un hombre.

La sentencia expone que a finales de 2011 el acusado se omite su identidad para no perjudicar a su hijo se aprovechó de la lista de contactos de su hijo en Tuenti y comenzó a contactar con las niñas «con la finalidad de seducirlas y atentar contra su indemnidad sexual».

El pedófilo creó en la red social varios perfiles como Carlos el menda, Dani Quevedo, Yisel Miranda, Elena Ramírez y Paula Rivero, «que utilizó para fingir otras personalidad que le permitieran y facilitaran establecer contacto y relaciones de confianza con las víctimas».

De esta manera, el imputado, haciéndose pasar por un joven de 17 años, se fue ganando la confianza de una niña de 13 amiga de su hijo, logrando que ésta le contase sus preocupaciones y mostrándole su «apoyo y comprensión». Cuando consideró ganado el afecto de la niña, le dijo que en verdad no era un chaval de 17 años sino un varón de 37 , y posteriormente, cuando vio que aún mantenía su confianza, reconoció que era padre de un amigo suyo. El acusado continuó su acoso regalándole a la niña dos teléfonos móviles, uno en agosto de 2012 y otro en octubre. En agosto consiguió que la menor accediera a tener encuentros con él. Se repitieron «varias veces», según la sentencia, en una zona alejada de la ciudad.

La sentencia, dictada de conformidad, no admite recurso.

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